Chachapoyas, capital e la Región Amazonas
CREACIÓN
Alrededor de 1475 la región fue anexada al Imperio inca; luego, los españoles invadieron el territorio y fundaron el 5 de septiembre de 1538 "La muy noble y leal ciudad del San Juan de la Frontera de los Chachapoyas", hoy conocida simplemente como Ciudad de Chachapoyas.
Perteneció al departamento de Trujillo hasta constituirse como jurisdicción departamental por ley del 21 de noviembre de 1832 cuando ejercía la presidencia Agustín Gamarra.
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PROVINCIAS DE LA REGIÓN AMAZONAS
Está compuesto por las siguientes siete provincias:
DANZAS
Las más representativas son:
· El Brazo
FESTIVIDADES:
· Fiesta patronal de Santiago Apóstol Provincia de Utcubamba (del 23 de julio al 31 de julio)
· Carnavales En Amazonas en la Provincia de Chachapoyas (24 de marzo)
· Semana Turística de Los Chachapoyas en la Provincia de Chachapoyas (1 de junio)
· Fiesta Patronal Virgen Asunta, Provincia de Chachapoyas en el distrito Chachapoyas (1 de agosto)
· Fiesta Patronal del Señor de Gualamita, Provincia de Luya en el distrito Lamúd (1 de septiembre)
· Fiesta Patronal de San Nicolás, Provincia de Rodríguez De Mendoza en el distrito San Nicolás (7 de septiembre)
REFERENCIAS ARQUEOLÓGICAS
Kuélap: (Kuelap-Luya) Restos Arqueológicos bien conservados encima del Valle del Río Utcubamba, el lugar más interesante del departamento de Amazonas. Kuelap está ubicado al sudoeste de Chachapoyas y se levanta sobre el fondo de una quebrada cortada a pico por dos de sus lados. Se estima que tiene tres veces el volumen de la pirámide de Keops (Egipto).
Sarcófagos de Carajía perteneciente a la cultura Chachapoyas, son sarcófagos de 2.5 m de alto sobre la Laguna de los Cóndores.
Mausoleos de Revash (distrito de Santo Tomas (Luya)), perteneciente a la cultura Chachapoyas, son cuevas usadas de sepulcros.
Museo Leymebamba (Leymebamba-Chachapoyas): El museo, inaugurado en 2000, alberga 219 momias encontradas en la Laguna de los Cóndores.
Sitio arqueológico de Llactán o Anguyo Alto (La Peca-Bagua): Se encuentra a dos horas del centro poblado del Arrayán. Se trata de una serie de edificaciones sobre la falda de la cordillera central de los Andes, las estructuras son de forma semi-circular y posiblemente sirvió de lugar de vigilancia, pues de allí se puede divisar todo el valle del bajo Utcubamba, Marañón y Chinchipe.
Centro Arqueológico de Kakachaken: Ubicado en el distrito de Quinjalca, a orillas de río Imaza, colindante con el distrito de Olleros, está situado en una encañada hermosa entre árboles y rocas, allí se encontró una cantidad de restos humanos de los antiguos Quinjalcas.
PAISAJES NATURALES
Catarata Yumbilla (distrito de Cuispes, provincia de Bongara): Con 895.4 metros de altura, es la catarata más alta de la región y una de las más altas del mundo. Se encuentra a 25 minutos de Pedro Ruiz Gallo y a poco más de 1 hora desde la ciudad de Chachapoyas. En la misma montaña y acompañando a la imponente catarata Yumbilla, existen otras dos enormes cataratas: Chinata de 560 metros de altura y Pabellón de 400 metros de altura, todas ellas en un bosque de ceja de selva, en el que se pueden encontrar entre otros, gallito de las rocas, oso de anteojos, mono choro de cola amarilla, perezosos y colibrí cola de espátula.
Catarata Gocta (distrito de Valera, provincia de Bongara): Con sus 771 metros de altura, la convierten en la cuarta catarata más alta del mundo, fue difundida públicamente en el 2006 por investigadores alemanes.
Catarata de Chigliga (distrito de Shipasbamba, Provincia de Bongara): 7 cataratas de una altura promedio de 75 metros. Están acompañadas de gran diversidad de flora y fauna como el gallito de las rocas, el colibrí cola de espátula, el oso de anteojos, etc.; además de plantas madereras, como el cedro, la quina, etc.
Catarata de Numparket (distrito de Aramango, provincia de Bagua): tiene una caída de 90 metros de altura, sus aguas van a constituir la quebrada de Aramango.
EDUCACIÓN
La Región de Amazonas cuenta con un total de 1 530 colegios públicos y privados:
285 de educación inicial
1 082 de educación primaria y
425 de educación secundaria.
El departamento es sede de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza de Amazonas.
L I T E R A T U R A
LEYENDAS
Son más comunes las leyendas: Sachamama, yacumama, tunche, yacuruna, chullachaqui, runamula, simpira, motelo mama, mapinguari o padre monte, bufeo colorado, runapuma, urcututo, tanrilla, chicua, ayaymama, entre otras.
LA LEYENDA DEL YACURUNA
(Anónimo)
El Yacuruna (del Quechua "Yaku" (Agua o Río) y "Runa" (hombre o gente)) literalmente "Hombre del río", es el espíritu mágico más importante de la selva baja. Manda sobre todos los animales y genios del agua, suele ser invocado por los chamanes y curanderos, en las sesiones de ayahuasca, tanto para hacer el bien como para hacer el mal.
Cuentan que se traslada por los ríos y quebradas, y entra en las cochas montado en un enorme cocodrilo “lagarto negro”. Cuando viaja, se adorna con cinturones y collares de feroces boas negras y va calzado con cascos de tortugas de taricayas o charapas.
Son similares a los tsunki o tsungi, los hombres o mujeres serpientes de otros mitos.
El Yacuruna es un dios mitológico que vive en las profundidades de los ríos y los lagos de la amazonía. Él tiene el poder para convertirse en forma humana dando la apariencia de ser un hombre guapo. Usando poderes mágicos de seducción, él a menudo engaña a las muchachas inocentes, haciéndolas enamorarse de él y seduciéndolos. Una vez que han caído a sus hechizos, él trae las chicas para su hogar en las profundidades del agua donde se convierten en los seres subacuáticos parecidos a la Yacuruna, para nunca más verse otra vez por el mundo exterior. Según esta leyenda, el Yacuruna es parecido al dios Poseidón de la mitología griega. Sus sujetos naturales son los peces y los reptiles acuáticos. Se dicen que él viaja por los ríos y los lagos de la amazonía por la noche montando un enorme cocodrilo negro, adornado con una boa como un collar. Las personas locales dicen que durante el día, la Yacuruna duerme en las profundidades de las aguas cerrando un solo ojo.
Según la leyenda, el Yacuruna puede comunicarse con animales acuáticos y utiliza sus poderes para dominarlos. También, algunos dicen que la Yacuruna se puede trasmutar en un delfín rosado. Además, muchas personas de Iquitos creen que el delfín rosado del río es atraído hacia el olor de sangre de mujeres menstruantes. Una vez que su víctima inocente está ubicada, El Yacuruna puede transformarse desde la forma de un delfín en la imagen de un forastero guapo. Una vez en forma humana, la Yacuruna pueda hipnotizar a la chica y pueda usar afrodisíacos para seducirla. Bajo de sus hechizos, la mujer está secuestrada por el hechicero y traída para su reino en las profundidades de los ríos y los lagos de la amazonía.
C U E N T O S
OJOS DE NUWA TRISTE
Cuento presentado al I Concurso Naconal de Cuentos, Poesías y Ensayos pedagógicos otganizado por el Colegio de Profesores del Perú 2022
Calderón Díaz Isidro
Amazonas
CORAZON DE LUNA
Cuento presentado al I Concurso Naconal de Cuentos, Poesías y Ensayos pedagógicos otganizado por el Colegio de Profesores del Perú 2022
Magno Octavio Santillán Salazar
distrito de Cochamal provincia de Rodríguez de Mendoza, Amazonas
Una tarde de agosto, casi al anochecer, el sol le comentó a la luna:
-¡Mañana no brillaré para nadie! Me esconderé detrás de las nubes todo el día, el cielo se enfriará, entonces, lloverá y yo aprovecharé para descansar! – Y diciendo esto se acostó sobre la sábana azul del mar atusando sus cabellos de oro.
La luna, colocándole bajo su ígnea cabeza una almohada de encarnadas nubes, le dijo.
-¡No hagas eso! ¡No seas cruel! He visto en un corral que hoy han nacido una docena de hermosos patitos y necesitan de tu calor para hincharse y salir a nadar en el arroyo.
El sol por toda respuesta bostezó largamente mostrando su profunda y roja garganta, luego, se quedó dormido.
-…Y en un huerto. – Continuó la luna contándole sus ternuras. - Tiernos manojos de lindos girasoles están reventando y necesitarán de ti para abrirse y mostrarte sus grandes flores.
El amo del firmamento se volteó por el otro lado y siguió durmiendo.
Tan grande y maternal era el amor que sentía la luna por los seres vivos de la tierra, que siguió hablándole de ellos toda la noche mientras él dormía. Le recordó que los pájaros necesitaban de su calor y de un buen día para volar por las campiñas en busca de alimentos.
Las plantas la urgían para realizar su fotosíntesis, el hombre para salir a trabajar para su familia; pero él, nada oía y seguía roncando.
Cerca del amanecer, desde su mansión, Venus vio el sufrimiento y noble preocupación de la luna y le aconsejó.
-¡Háblale de la pobre mujer que viste ayer cogiendo café! Él está dormido profundamente, pero te escuchará.
Entonces, ella le susurró al oído muy apenada.
- También he visto en un pueblo muy lejano que una mujer muy pobre, una madre soltera, ayer, casi al anochecer ha despulpado el poco café que cosechó en su huerto. Ella necesita de ti para secar ese café y llevárselo al pueblo para venderlo. Su niña de dos años se revuelca en su lecho por una terrible fiebre que le atormenta. Puede morir si hasta mañana no lo lleva al médico.
El sol al oír esto, dejó de roncar y despertó preocupado. Sin decir una palabra se levantó de su lecho, se puso su terno de oro y fuego y salió a hacer su sempiterno trabajo.
Asomó de tras del cerro su redonda y brillante cara y dio una ojeada al firmamento.
Bajo sus pies, el horizonte se mostraba gris y sombrío. Densas y borrascosas nubes se agrupaban anunciando aguacero.
Se volteó para atrás y dio un silbido para llamar al viento. Éste al oír el llamado del amo del firmamento, se acercó inflando sus prominentes cachetes. El sol le mostró los densos nubarrones y le dijo.
-¡Amigo! ¡Ayúdame a limpiar el cielo! ¡Hoy quiero brillar y quemar más que nunca!
El viento se hinchó como un inmenso globo y empezó a soplar y soplar. Las nubes empezaron a moverse. Con sus vaporosas manos y con dulce gracia, levantaron sus inmensos y blancos pollerones y se fueron por lares muy lejanos.
Cuando las borrascosas nubes se fueron y el firmamento quedó totalmente despejado, el sol pudo distinguir a la pobre mujer, que en el patio de su casa, juntando sus manos daba gracias al cielo. Luego, vio que entraba corriendo a su sala y sacaba su café para solearlo.
Gordas y brillantes lágrimas rodaron por las mejillas del astro. El corazón se le hinchó de pena. Entonces, empezó a centellear con tanta fuerza, quien sabe, hasta con rabia, que el café de la pobre mujer se secó en un solo día.
Esa misma tarde la angustiada madre metió en una alforja su poco café, la puso al hombro, cargó a su niña enferma y se marchó a la ciudad.
Allí, en el primer acopiador que vio, vendió su producto y llevó a su hija al hospital, donde lo trataron y lo sanaron.
Al borde del crepúsculo, satisfecho de haber realizado un buen trabajo, el sol se retiró a descansar. Se acostó en su lecho de espumas, sereno y calmo.
Esa tarde las nubes regresaron al lugar y ahí se quedaron, anunciando aguacero y mal tiempo.
Al día siguiente amaneció lloviendo, por tanto, el sol no salió.
Todo el día lo pasó apesadumbrado y a ratos llorando. Su amarrido corazón sintió tanta pena por la pobre mujer y su niña, hasta se adjudicaba que él les había estado ignorando por su pobreza, y eso lo consumía.
Esa tarde llamó a la luna para decirle.
-¡Amada luna! ¡Qué gran corazón tienes! A pesar de ser fría, eres sensible, candorosa y buena. Sin tu amor y tu preocupación por los que sufren, la niña hubiera muerto y yo hubiese tenido mucha culpa de ello.
-¡Te vi llorar todo el santo día! ¡No te atormentes más, amado rey! – Le consoló la luna. – La niña está a salvo, gracias a tu interés, tu bondad y tu trabajo y diciendo esto se fue detrás de la tierra para acompañarlo, como siempre, en su perpetuo trajín.
El sol sonrió medio de costado y quedó pensando largo rato en los dulces y tiernos sucesos que protagonizaron él y su amada. Tanto tiempo estuvo así, ido, ensimismado, que cuando miró hacia abajo para ver a la niña y a su madre, ellas ya no estaban.
¡No pudo ver nada! La tierra había rotado y en su inevitable viaje se había llevado al pueblo, la casita, a la madre y a su niña, por el otro lado, Esa noche, en medio de una celeste calma, el sol bajo al pueblo lejano y le dijo a la mujer que dormía plácidamente, que en adelante a su hija le pondría por sobre nombre “Corazón de luna” y le explicó los nobles motivos, y para celebrar la ocasión, regaló a la niña una almohada color crepúsculo, con un dorado corazón al centro, orlado de lunas.
EL CABALLO BLANCO QUE SE TRANSFORMÓ EN YEGUA
Cuento presentado al I Concurso Naconal de Cuentos, Poesías y Ensayos pedagógicos otganizado por el Colegio de Profesores del Perú 2022
Anexo de San Pedro, distrito de Mariscal Castilla, provincia de Chachapoyas, región de Amazonas.
Hace algún tiempo, en los pueblos no había las facilidades que ahora lo hay; es por eso que se consumía lo que la chacra produce, por cuestión de comida no había preocupación. El problema era para conseguir los útiles de los estudiantes, las herramientas para el trabajo agrícola o cuando en la casa ya no había el jabón o el hilo para remendar la ropa.
Una mañana del mes de marzo mientras don Fidencio tomaba su sopa de papas con paico picado y hierbabuena, su esposa doña Catalina le dice: - Anau, densho, lo que no te preocupas tú para conseguir la tela para mandar hacer su ropita de nuestros muchachos. Poquita falta para que comience ya las labores en la escuela y esos pantaloncitos del Gashpa todito shacsha están; ya no hay ni hilo para remendar.
- Ay vieja, anoche cuando se quita mi sueño estaba pensando en eso, mis herramientas ya se acaban; pero no te preocupes, mañana como quien descansar me voy a Leymebamba a traer todo lo que está haciendo falta. Hoy día preparan un quintal de frejol y desgranan un quintal de maíz blanco, vendiendo eso ya tenemos platita, yo voy a igualarlo mi lampeo en la chacra, por ucho no te preocupes solamente mi chicha voy a llevar.
Al día siguiente, cuando los pajarillos ya están gritando chiu chiu, don Fidencio mando a Gaspar a quien de cariño lo decía Gashpita, a traer al caballito blanco de su chacra.
Gashpita obedientemente se puso su ponchito para soportar el frio del nuevo amanecer y en compañía de su perro quien hacia caso al nombre de Rayo se fue.
Mientras Gashpita iba por el caballo, doña Catalina preparaba el cushal y don Densho contrapesaba en las alforjas los granos para llevar.
De pronto, todo estaba listo. Al primer llamado, todos entraron a la cocina para desayunar. Rayo se sentó frente a la puerta y desde ahí se puso a mirar como sus dueños soplando soplando tomaban su desayuno.
- Cuidau ya pue te olvides de comprar la tela y el hilo para el remiendo -dijo doña Catalina.
- ¡Mis llanquesitos también! dijo Gashpita.
- Papá, mi gancho y mis sandalias - dijo Fabiana.
- Ajá, gancho ya va querer; con guato se amarra las landas - dijo doña Catalina.
- Yo veré ya pue, hijitos. Primero tengo que conseguir lo que más hace falta y si sobra la platita compraré alguna cosita más para ustedes, por eso han de rogar a Dios para que me vaya bien y pueda venderlo el granito - dijo don Fidencio llevando la última cucharada a la boca.
- Dame tu plato para yaparte, tienes que ir bien comido para que no estés gastando en comida cuando llegas a ese Leymebamba - dijo la esposa.
- Dame ya pue un poco más, pero espesito espesito me has de dar pue, que pues puro caldo no me das - dijo Fidencio.
- Que, pues tú como el upa algo tomas la sopa purito, ¿no puedes palar tus papitas y echarlo? Ahí está la harina de cebada también, nadie lo hace caso a la harinita; otra vez ya no voy a tostar - dijo doña Catalina.
Pasado el desayuno don Fidencio hizo cargar las alforjas al caballo y, recomendando a su esposa para que no vaya a barrer durante el día la casa, se marchó.
Según la creencia, cuando alguien de la casa va de viaje y el que se queda se pone a barrer, segurito al viajero le va mal.
- ¡Tanto vas a dar fe a esa vieja creencia, anda no más! Ahora porque te ausentas la basura no voy a recoger. La casa tiene que estar limpia.
Los muchachos se quedaron mirando cuando el padre se perdió de vista arriando su caballito blanco. Y la esposa, para comprobar la creencia, apenas don Fidencio partió, agarró su escoba de chinchango y se puso a barrer.
Don Fidencio después de casi tres horas de caminata por fin llegó a Leymebamba, pero el viaje no fue como lo esperaba ya que el señor quien compraba los granos no estaba. Se había ido a ver su ganado.
Después de haber esperado hasta las dos de la tarde, por una de las esquinas de la plaza apareció un perro quien tenía el pelo mojado y empapado de barro.
Ahí mismito apareció también don Rosendo montado en su buen mulo, y como ambos ya se conocían, antes de que se baje del mulo, don Fidencio inició el dialogo.
- Don Roshita, aquí estoy esperándolo, casito ya me regreso cuando no llegaste.
- Carambas, Denshito, hay madrugau al potrero pue, pero ya estoy por acá.
Don Rosendo se apeó del mulo, se dieron la mano y en seguida abrió la portada de su casa invitando a pasar al forastero.
- Don Roshita, he traído mis granitos para vender y comprar mis cositas y quiero volverme tempranito antes que me pesque la noche.
- Carambas, paisita, pero no hay platita pues ahora, recién hay comprado un terrenito y me quedado sin plata vieras, pero si vas a llevar algo podemos hacer cambio pue.
A don Fidencio no le quedaba otra que aceptar la propuesta y sin más demoras se pusieron a realizar el intercambio. Todo lo que necesitaba don Densho ya estaba en la alforja, incluso el gancho y las sandalias para la Fabiana, pues había todavía un saldito a favor ya que el precio del maíz blanco y el frijolito sobre pasaba al de las cosas que había elegido.
- Voy a ver en el alto, capaz tu alma ha escondido lo que falta para no quedarme con deuda - dijo Rosendo.
Mientras el dueño de casa subía tolón tolón por el escalón al alto, el forastero entre sí decía:
- Ojalá lo complete la platita, pero si no hay le diré que me de ese molino ya pue para que la Catalina muela ahí el choclo para las humitas.
Así cuando está pensando, bajo don Rosendo en la mano con lo restante.
Don Fidencio, agradeciendo profundamente por lo atendido, puso las alforjas en el caballo y se encaminó, pero cuando está por doblar la esquina lo encuentra a uno de sus amigos que estaba llegando del valle de los Chilchos y como el encuentro era después de varios años, no había otra que celebrar. Dio media vuelta al caballo y se fueron a una cantina a tomar chicha de jora.
Al llegar a la cantina, amarraron ambos a sus acémilas al lado de la casa donde yacían parados las acémilas de otros viajeros cuyos dueños estaban también tomando sus tragos. Don Fidencio amarró a su caballo blanco junto a otra acémila del mismo color, bajó luego sus alforjas y en seguida ingresaron a brindar por el encuentro. Entre copa y copa ya llegó la noche y nadie de los que estaban horas antes en la cantina salía, hasta que de pronto un hombre, ya un poco mareado, se despidió de sus amigos, cogió sus alforjas y salió.
Como ya era de noche, seguramente no se percató y en vez de agarrar a su yegua blanca, agarró al caballo blanco y se marchó.
Después de brindar unas copas más, don Fidencio decidió emprender la marcha, pues ya era las ocho de la noche. Calculó que eso de las once y media ya estará llegando a su casita. Por su amigo Nicanor no había problema porque él tenía su casita en Leymebamba y tranquilamente ahí podía dormir.
Don Fidencio al igual que el otro hombre tan poco se dio cuenta del animal que iba a coger, solamente se fijó en el color, puso el poncho sobre la montura, en seguida las alforjas, luego montó y su marcha emprendió.
Apenas montó, el inocente animal quiso tomar otro rumbo, pero como Fidencio estaba un poco mareado dio dos latigazos al supuesto caballo y la encaminó. El animal iba a toda prisa. Era la primera vez que Fidencio sentía que su caballo está más ligero que antes y en menos de la hora calculada llegó a su casa.
Al llegar se percató que en la cocina estaba alumbrando todavía el candil; bajó de la acémila, la amarró en el pilar, quitó las alforjas y llamó a Catalina.
- ¿Estas son las horas de llegar? - dijo doña Catalina un poco molesta.
Fidencio prudencialmente le explico las razones de la demora, ella la comprendió y puso la merienda sobre la mesa.
Después de haber comido, salió a desensillar su acémila y con una gran sorpresa se encontró; para comenzar, la montura no era la misma; entonces, la preocupación invadió su ser, luego se dio cuenta que no solamente la montura no le correspondía, pues el animal que había traído no era su caballo: era una yegua.
P E D A G O G Í A
BLAS VALERA Y SUS “PAPELES ROTOS”
Por Jámilton Loja Maldonado
Región Amazonas
Blas Valera es el personaje más importante de la historia y la cultura de Amazonas. Sin embargo, es poco, en realidad muy poco, lo que de él se conoce. Políglota, investigador del pasado prehispánico y cronista reconocido, Blas Valera es, sin embargo, un insigne desconocido. Fatalidades históricas como el incendio de Cádiz en 1596, en el cual su Historia de los Incas, acaso su obra más importante, se destruyó casi por completo, y situaciones personales (no logró hacer imprimir sus obras y su muerte temprana) han determinado esta situación. Biografía oficial del cronista Blas Valera Blas Valera nació en Chachapoyas en 1545 (hay quienes sostienen que en realidad nació en 1551). Su padre fue español y estuvo en Cajamarca en la captura de Atahualpa; su madre fue india. Estudió gramática y arte en Trujillo. En 1568 ingresó a la Compañía de Jesús, que acababa de fundarse en Lima. En 1571 fue enviado al Cuzco a adoctrinar indios. Cumpliendo misiones de su Orden, viajó por Huarochirí, Cuzco, Juli y Potosí. Tuvo un gran talento para las lenguas y, además del castellano, dominaba el quechua, el aimara y el latín. Por este motivo en 1573 recibió el encargo de elaborar unos catecismos en quechua y en aimara, obra que preparó junto con otros lingüistas. Fue un ardiente defensor de los indios y se interesó vivamente por conocer sus ritos y creencias. Escribió en latín una Historia de los Incas con informes diversos sobre los incas, su gobierno, organización social, religión y poesía. Estaba Blas Valera en Cádiz, en 1596, cuando la ciudad y el convento donde vivía fueron saqueados por los ingleses; en dicha oportunidad, se dice, el manuscrito de su Historia de los Incas sufrió grave daño a causa de un incendio. Blas Valera murió en Málaga en 1597. Blas Valera, fantasma prolífico Se dice que Blas Valera conocía la clave para descifrar los quipus incaicos. Con esa valiosa información de primera mano, más los testimonios recogidos de diversas personas, habría escrito su Historia de los Incas y otras obras sobre diversos aspectos de su tiempo y de tiempos anteriores a la llegada de los españoles. De todo lo que Blas Valera investigó y escribió, poco se ha conservado. A los fragmentos de su Historia de los Incas que el Inca Garcilaso de la Vega cita en sus Comentarios Reales de los Incas y en su Historia General del Perú hay que agregar, nos dice Raúl Porras Barrenechea, “las citas que de su Vocabulario quechua, también perdido, traen el P. Anello Oliva y otros jesuitas” (1986, p. 462). “El padre Blas Valera es un cronista fantasma”, afirma Raúl Porras Barrenechea. “Un fantasma prolífico”, agrega Francisco Carrillo y explica: Blas Valera es tan elusivo como un fantasma. Con buenos argumentos se le atribuyen diversos libros. Uno de ellos es el asignado al jesuita anónimo –ya estudiado entre los cronistas del Perú antiguo-; también se dice que es de él un vocabulario de la lengua quechua. Antonio León Pinedo da el título de otro libro asignado a Valera, hasta ahora perdido, pero varios estudiosos sospechan que es el mismo del jesuita anónimo y que en partes leyó Montesinos. Y, por último, el investigador Meneses le atribuyó en un primer trabajo la composición de la obra de teatro más importante de la colonia, el Ollantay. Valera es, pues, un fantasma prolífico (1991, p. 197) Más todavía: este fantasma prolífico es, según Raúl Porras Barrenechea, “no sólo cronista y de importancia, sino hasta jefe de escuela y renovador audaz de la historiografía incaica” (1986, p. 462). “Los papeles rotos” de Blas Valera En 1596, cuando la ciudad de Cádiz fue saqueada e incendiada por los ingleses, Blas Valera estaba viviendo en dicha ciudad. Poco tiempo después, el cronista chachapoyano falleció y los cuadernos que contenían su Historia de los Incas, lo que se pudo salvar del incendio en 1596, llegó a manos del Inca Garcilaso de la Vega. Este cronista nos dice sobre Blas Valera y sus manuscritos lo siguiente: insigne varón, religioso de la santa Compañía de Jesús, llamado el padre Blas Valera, que escribía la historia de aquel imperio en elegantísimo latín. Y pudiera escribirla en muchas lenguas porque tuvo don de ellas. Mas por la desdicha de aquella mi tierra, que no mereció que su república quedase escrita de tal mano, se perdieron sus papeles en la ruina y saco de Cádiz que los ingleses hicieron, año de 1596. Y él murió poco después. Yo hube del saco las reliquias que de sus papeles quedaron, para mayor dolor y lástima de los que se perdieron, que se sacan por lo que se hallaron. Quedaron tan destrozados que falta lo más y mejor. Hízome merced de ellos el padre maestro Pedro Maldonado de Saavedra, natural de Sevilla, de la misma religión, que en este año de 1600 lee escritura en esta ciudad de Córdova. (Libro I, cap. 6). ¿Qué es lo que queda de los “papeles rotos” de Blas Valera? Al parecer, solo lo que cita de ellos el Inca Garcilaso de la Vega en su obra. Y este lo cita en muchas partes de su obra de manera directa y en otras de manera indirecta. Entre las citas directas, hay capítulos completos de los Comentarios Reales de los Incas que han sido “sacados a la letra” de la obra desaparecida del cronista chachapoyano; así ocurre con los capítulos 11 al 16 del Libro 5 y con los capítulos 35 y 36 del Libro 6. En la Historia General del Perú, que es la segunda parte de los Comentarios Reales, solo la “Respuesta de Atahualpa a fray Vicente de Valverde” (Libro I, cap. 25) y “Del ingenio y valentía de los indios del Perú” (Libro II, cap. 30) constituyen capítulos enteros “sacados a la letra” de Blas Valera. Otras citas directas de la obra del insigne chachapoyano, y en mayor cantidad, las encontramos dentro de diversos capítulos. El Inca Garcilaso de la Vega cita en su obra, ya sea en forma directa o indirecta, en capítulos enteros o en el interior de diversos capítulos, unas cuarenta veces la obra desaparecida de Blas Valera. Sobre este tema, Francisco Carrillo precisa lo siguiente: Garcilaso cita directa o indirectamente a Valera unas 40 veces. De estas citas podemos deducir su cuidadoso análisis del lenguaje indio para interpretar nombres, su interés en la religión, en el gobierno, en las leyes y ordenanzas de algunos Incas (1991, p. 198). Blas Valera y los Comentarios Reales A inicios del siglo XX, polemizaron acerca de la relación entre Blas Valera y los Comentarios Reales dos estudiosos: Manuel Gonzáles de la Rosa, quien acusó a Garcilaso de haber plagiado la obra de Blas Valera, y José de la Riva-Agüero, quien explicó las diferencias fundamentales que existía entre los dos cronistas. Sobre este tema, Raúl Porras Barrenechea expresa: Garcilaso aprovechó y citó extensamente los papeles de Valera. Su honradez y escrupulosidad al citarle, alejan la sospecha de plagio absoluto y literal que sostuviera Gonzales de la Rosa, quien dice que el Inca se aprovechó de los originales de Valera. Esto no es sostenible lógica ni artísticamente. De haber plagiado a Valera, no le hubiera citado con meticulosa frecuencia como ya observó Riva-Agüero (1986, p. 463). Francisco Carrillo, por su parte, manifiesta que Blas Valera comparte con el Inca Garcilaso de la Vega la idealización del mundo incaico y la tesis de que con el Imperio Incaico comienza la civilización indígena, y agrega: Pero Garcilaso también discrepa a veces y no repara en así decirlo. Las fuentes de Valera indudablemente fueron los quipus norteños, los historiadores de Quito, sus padres y los manuscritos del cura Valverde. Estas fuentes y su buen provecho indudablemente ampliaron los puntos de vista de Garcilaso. Hubo entre estos dos cronistas gran concordancia ideológica en cuando a la interpretación del Imperio Incaico, y la hubo también por ser mestizos y por haber sufrido similares prejuicios (1991, p. 198). Comentario final Mucho se ha dicho sobre la vida y obra del cronista chachapoyano. A lo largo del tiempo se le ha atribuido la autoría de muchas obras, entre ellas de los Comentarios Reales de los Incas, indicando que el Inca Garcilaso de la Vega se la robó. Es más, hay quienes afirman que él, y no Felipe Guamán Poma de Ayala, es el verdadero autor de La nueva crónica y buen gobierno. Pero más allá de toda duda y controversia, lo que en realidad queda de la obra de Blas Valera está disperso en la obra del Inca Garcilaso de la Vega; es decir, su “obra” es el conjunto de citas de la desparecida Historia de los Incas, tanto directas como indirectas, que el cronista cuzqueño hace en sus Comentarios Reales de los Incas. Ningún cronista del Perú antiguo como Blas Valera: ilustre desconocido y autor de una obra histórica importante, casi totalmente desaparecida. De tiempo en tiempo se publican textos en torno a su obra, sin duda con el sano propósito de darle a su nombre el relieve que se merece.
Referencias bibliográficas
Carrillo Espejo, Francisco (1991). Cronistas indios y mestizos. Editorial Horizonte. Lima.
Inca Garcilaso de la Vega (1959). Comentarios Reales de los Incas. Librería Internacional del Perú, S.A. Impreso en Argentina.
Porras Barrenechea, Raúl (1986). Los cronistas del Perú (1528 – 1560). Edición auspiciada por el Banco de Crédito del Perú. Lima.
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