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AYACUCHO

Actualizado: 31 dic 2022


CREACIÓN

El primer nombre que recibió la ciudad fue «San Juan de la Frontera de Huamanga». «San Juan» en homenaje a San Juan Evangelista y «frontera» por estar en la frontera militar y ser baluarte español contra los ataques de Manco Inca.

Durante las guerras civiles el nombre cambió por «San Juan de la Victoria de Huamanga», por el triunfo de los ejércitos leales contra las fuerzas rebeldes encabezada por Diego de Almagro el Mozo, en la batalla de Chupas, el 16 de septiembre de 1542. ​

El nombre original de Huamanga fue cambiado por Ayacucho mediante decreto del Libertador Simón Bolívar del 15 de febrero de 1825, en homenaje a la victoria del ejército patriota en la Batalla de Ayacucho.


PROVINCIAS



Son 11 las provincias que conforman el Departamento de Ayacucho y son:

· Provincia de Cangallo capital Cangallo

Provincia de Huanta capital Huanta Provincia de Huamanga capital Ayacucho

· Provincia de Huancasancos capital Huanca Sancos Provincia de La Mar capital San Miguel

· Provincia de Lucanas capital Puquio Provincia de Parinacochas capital Coracora

· Provincia de Paucar del Sara Sara capital Pauza

· Provincia de Sucre capital Querobamba

· Provincia de Víctor Fajardo capital Huancapi Provincia de Vilcas Huamán capital Vilcas Huamán

· EDUCACIÓN

· Colegios públicos y privados:

Total: 2 066.

Educación inicial: 363

Educación primaria: 1 454.

Educación secundaria: 249.

· Universidades:

ALGUNOS LUGARES TURÍSTICOS DE AYACUCHO

01 Las Iglesias de Ayacucho

Mucha gente llama a la ciudad de Ayacucho "la ciudad de las iglesias" por la gran cantidad y variedad de iglesia que tiene la región. Las principales son:

· La Catedral de Ayacucho, construida en el siglo XVII, sus interiores muestran frescos y tallados renacentistas y barrocos, en especial los diez retablos hechos en pan de oro. Expone lienzos de diversas escuelas pictóricas de la época colonial.

· La Iglesia de San Cristóbal, fue el primer templo levantado en Ayacucho, en 1540. Destacan su torre y campanario, realizados en piedra.

· Iglesia San Francisco de Asis, tiene una colección de lienzos coloniales de la Escuela Cusqueña.

· 02. Complejo arqueológico de Wari

Se encuentra en el distrito de Quinua, provincia de Huamanga. A una altura de 2830 m.s.n.m. Fue la capital del primer imperio andino. Los restos arqueológicos de la cultura Wari están dispersos en todo el área, y presenta un núcleo urbano central donde se sitúa los grandes conglomerados de construcciones.

Las edificaciones fueron construidas con piedra y barro y pintados de color rojo y blanco. Para los muros utilizaron piedra y barro arcilloso. Estas paredes constituyen unos reales muros. Su función es delimitar grandes espacios y extensiones de forma cuadrangular y rectangular, en los que posiblemente se ubicaban las viviendas y otras edificaciones.

03 Cueva de Pikimachay

Está situado en el Distrito de Pacaycasa, Provincia de Huamanga a 200 metros del Km. 24 de la carretera Ayacucho - Huanta. Según las investigaciones de los expertos, en este lugar se encontraron instrumentos líticos del paleolítico andino y restos óseos de animales. Tales como Chancadores, descarnadores de costillas de animales, puntas de forma unifacial, puntas triangulares de hueso, son parte de los instrumentos.

Todo los restos encontrados se pueden apreciar en la ciudad de Huanta y guardan una relación mística con el pasado, por ello los viajeros desean conocer la Cueva de Pikimachay.

Se encuentra a 37 km de la ciudad de Ayacucho. En la Plaza de Armas se puede visitar la casa donde se firmó la capitulación de Ayacucho. A sólo un kilómetro, se encuentra la histórica pampa de Ayacucho donde se llevó a cabo la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1,824 sellando definitivamente la independencia de Sudamérica.

El obelisco tiene 44 metros de altura y fue creado en conmemoración por la lucha de la independencia.

05 Vilcashuamán

Situada a 120 kilómetros de Ayacucho. Vilcashuamán es una de las ciudades prehispánicas mejor conservadas del Perú. El Inca Pachacutec ordenó edificar una majestuosa ciudadela que sirvió como centro de administración política cuando venció a los pueblos de la Confederación Chanca enclave religioso de los cusqueños. Entre sus construcciones se encuentra el Templo del Sol y la Luna, el Ushno o pirámide ceremonial entre otros.



06 Intihuatana

Se encuentra situado a 102 km de Ayacucho es un complejo arqueológico que consta de un palacio, un torreón, el baño del Inca (con una piedra de 13 ángulos) y una laguna en medio del conjunto arqueológico. También podemos encontrar uno en Paracas, Cusco, Puno y Arequipa.

La ciudad de Huanta, llamada también la Esmeralda de los Andes, es reconocida por haber aportado a los movimientos independistas durante el Siglo XIX. Uno de los atractivos turísticos más visitados por los turistas es el Mirador que se encuentra en un cerro cerca de la ciudad. Es un valle hermoso lleno de paisajes y la ciudad mantiene muchas de sus calles empedradas, podemos visitar templos e iglesias muy hermosas.

Pampas Galeras fue creada en el año 1967, en la Provincia de Lucanas. Es considerada una de las áreas protegidas del Perú. El promedio de altitud de la reserva se encuentra entre los 3800 a 5000 m.s.n.m. y su temperatura promedio anual es de 5ºC. está densamente cubierta de ichu y tiene una extensión de 6,500 hectáreas en las cuales habitan las vicuñas. Este camélido sudamericano es uno de los más preciados, tiene la habilidad de correr hasta a 45 Km. por hora, a lo que debe en gran parte su supervivencia y vive en pequeños grupos dirigidos por un macho dominante.

En Pampas Galeras también comparten otras especies este hábitat, como guanacos, llamas, venados, pumas, zorros andinos, vizcachas y numerosas aves, destacando entre ellas el águila y el cóndor andino.

09 Laguna de Pumacocha

Se encuentra a 717 km de Ayacucho, en la provincia de Parinacocha. Es una bella laguna, en cuyas orillas abundan muchas aves como flamencos o parihuanas; a un lado se encuentra el volcán Sara Sara, y el Achatayhua.

La laguna es conocida por el particular nombre de la laguna de las parihuanas a causa de los flamencos que habitan en la zona. Además cuenta con una variada flora.

DANZAS TÍPICAS



· Pasacalle y marinera ayacuchana. Estos pasacalles se basan en recorrer las principales calles de Huamanga al ritmo de distintas melodías.

· La danza de tijeras. Se lleva a cabo en grupos de cuatro músicos y bailarines varones.

· Llaqt Maqta de Llauta.

· Qocharunas.

· Llaqt Maqta de Chungui.

· Yantakuy.

L I T E R A T U R A

LEYENDAS

Provincia de Huanta


EL TORO ENCANADO

(Narrador Obelindo Untiveros Mauli)

En la provincia de Huanta - Ayacucho, existe una laguna llamada Razuhuillca. Es la más grande de tres lagunas y se encuentra a la entrada del pueblo, en un cerro que se ha convertido en una represa. Cuenta la leyenda que en este lago existe un hermoso y corpulento toro negro que una anciana de cabello blanco ha sujetado con una cadena de oro. Dicen que una vez el toro logró vencer a la anciana para salir a la superficie, pero esto tuvo como consecuencia la inundación de Huanta. Los pobladores no tuvieron más opción que volver a encadenar al toro y vigilar constantemente que no vuelva a escapar.

RAZUHUILLCA Y WAMANTIKA

En un lugar llamado Inka Raccay vivían unas lindas cusqueñas o ñustas que adoraban al dios Sol, y estas ñustas estaban bajo el control de la Mamakuna . Un día las ñustas estaban celebrando una fiesta sagrada, para hacer la chicha les faltó hiervas y Mamakuna le mandó a traerlas , y la ñusta que fue por la yerba se llamaba Wamantika. Wamantika fue al río Cachi por las hierbas, y ese día como era muy caluroso, ella decidió bañarse, pero se recordó que Mamakuna le dijo que nunca debería hacerse ver con un hombre y menos desnuda, sino sería expulsada del templo sagrado.

Como hacía mucha calor Wamantika no soportó más. Viendo que alrededor nadie estaba viéndola se desnudó y se bañó, pero lo que no sabía ella era que el jefe huantino llamado Razuhuillca estaba viéndola escondido detrás de los arbustos. Wamantika al darse cuenta que Razuhuillca la estaba viendo, a toda prisa se fue al templo sagrado y contó que había sido vista por Razuhuillka. Mamakuna por más que Wamantika lloraba la expulso del templo.

Wamantika caminaba triste por haber sido expulsada. Razuhuillka que se sintió culpable fue a consolarla. Al pasar el tiempo se enamoraron. Al enterarse la gente de este romance ls expulsaron del pueblo por no cumplir las leyes del Sol.

Razuhuillka juntó las lágrimas de Wamantika en el bello valle de los andes de Huanta.


CUENTOS


LA FORTUNA DESCONOCIDA DE ANASTASIO

(Cuento presentado al I Concurso Nacional de Cuento, Poesía y Ensayo organizado por el CPPe – 2022)


Ronel Sandro Chocce Huarhua

Coracora – Parinacochas – Ayacucho


En un pueblo muy lejano conocido como Huancahuanca, hace 20 años, vivía un señor llamado Anastasio que iba al rio a pescar truchas en sus momentos libres, era una de sus actividades favoritas, lo obtenido durante la pesca, una parte mínima lo destinaba para su consumo y la otra parte lo llevaba a vender a los lugareños del pueblo, con dicho dinero se compraba su bebida alcohólica en la tienda de la señora Adela, quien a veces, le hacía trabajar en el campo y

luego le pagaba con agua ardiente (Trago), y en algunas ocasiones compraba en la tienda del señor Hugo, una ves comprado el agua ardiente bebía hasta emborracharse; así pasaba días tras días, semanas y el vicio era más aun, los familiares cansados del alcoholismo de Anastasio, no le daban de comer, los compueblanos tampoco ya no le llevaban a sus chacras para que les pueda ayudar, no era productivo en el trabajo; Anastasio consumido por el vicio del alcohol no iba a dormir a su casa, se quedaba en el lugar donde le llegaba la noche y así pasaba los días.

Un día quedado dormido profundamente, después de su borrachera, se despierta pasado el medio día, agarra su botella de agua ardiente, dándose cuenta que estaba por terminarse; para poder comprar necesitaba monedas; las tiendas donde lo adquiría, no le querían dar fiado, por el mismo hecho de que no cumplía, durante la pesca tampoco le iba bien, por lo que no tenía truchas para la venta.

Dicho día al atardecer, toma su nailon desgastado atado al anzuelo, se dirige al huerto del vecino, empieza a escarbar la tierra para coger lombrices para la carnada, con los lombrices y el nailon con anzuelo, saca su botella de agua ardiente levanta la mirada al cielo y empieza a implorar a los cerros, la madre tierra y los ríos pidiéndole que le de las truchas, echa unas cuantas gotas de su agua ardiente a la madre tierra y emprende a caminar con dirección al rio con pasos tambaleantes, caminado durante una hora y media, observa el rio, cierra los ojos, escucha el sonido armonioso producido por el torrente del agua, decide armar su anzuelo con las lombrices de carnada y empieza a lanzar a la corriente del rio; así empieza con bastante anhelo a pescar las truchas; pasado ya media hora, no pescaba ninguna, sus ánimos se iba desvaneciendo, aun así seguía tirando el anzuelo con carnada a la corriente del rio, en algunas veces tenía el presentimiento de haber enganchado una trucha, el cual le daba ánimo, pero al empezar a juntar el nailon se daba cuenta que no había enganchado y los ánimos de continuar lanzando el anzuelo se desaparecían; ya veía que llegaba el anochecer y no había pescado ninguna trucha, con los ánimos decaídos junta su nailon y emprende nuevamente el retorno; decide tomar un atajo por un camino poco común, dicho camino pasaba por uno de los cerros

que según sus antepasados tenía beta, llegado a este lugar decide tomar un descanso, saca su botella de agua ardiente y da sus últimos sorbos, cansado con los brazos adoloridos de tanto lanzar, las piernas temblorosas y el ánimo desgastado, no tenía ánimo para seguir caminando, los pocos sorbos de agua ardiente que tomó iba haciendo efecto, notaba que su cuerpo estaba muy pesado y a la ves sentía que se adormecía, de unos instantes se quedó dormido profundamente; soñaba que estaba en medio del fuego, al despertarse desesperadamente nota que a unos pasos la llama del fuego le sofocaba y no le quemaba, empieza apuradamente a escarbar el suelo de donde veía salir el fuego, de pronto el fuego deja de arder, coge unos palos y con ayuda de ello continua escarbando y nota que la tierra empieza a suavizarse, de repente visualiza dos cantaritos de arcilla pequeños lleno de monedas, saca su sacón viejo y los envuelve, coge su botella vacía de agua ardiente, con las pocas gotas que había lo rosea el lugar, recoge los cantaritos de barro envuelto con el sacón y decide continuar caminando en dirección al pueblo. Cerca de media noche llega al pueblo, se va directamente a la tienda de la señora Adela y empieza a tocar la puerta apresuradamente, a la vez gritando, ¡señora Adelita véndame una botellita de agua ardiente, le traigo dos cantaritos lleno de moneditas! ¡por favor, despácheme su agua ardiente una botellita nomas! La señora Adela al notar que era insistente, le responde; borracho de miercole ya estás delirando ¡que moneditas vas a tener! anda a dormir; reitera, tía Adelita te he traído moneditas, después no me diga que no le avise – La Señora Adela era una de las personas que buscaba ambiciosamente las libras esterlinas por el lugar, pero nunca llego a encontrar – de tanta insistencia se retiró del lugar Anastasio, sentía el peso de las monedas que cargaba, empieza a discernir - si llevo mis monedas a casa de mi familia, ellos no me darán nada para comprar mi agua ardiente - decide ir a un raqay (casa derrumbada) que estaba a la entrada del pueblo, en donde entierra uno de los cantaros y una parte más. Coge la otra parte y se dirige a la tienda de don Hugo, al llegar empieza a tocar la puerta, a la ves diciendo véndame una botellita de agua ardiente, traigo platita y unas moneditas tal vez te pueda interesar, tío Hugo respóndame, me va vender su agua ardiente o no, estoy trayendo moneditas, a la insistencia de Anastasio decide abrirle la tienda; porque vienes tan tarde, estaba durmiendo profundamente, soñaba algo bonito, malograste mi sueño, donde esta tu plata dame para venderte agua ardiente; Anastasio le muestra las moneditas que había llevado en el cantarito; el señor Hugo al ver las monedas exclamo, ¡estas monedas no tiene valor! por esto solo te daré una botella de agua ardiente; ya señor Hugo está bien, recibió el agua ardiente y se fue al raqay a beber al lado de su tesoro y quedándose dormido, al despertar ve que su botella estaba vacía, recoge unas cuantas monedas, se va a la tienda a ofrecer; en el trayecto se encuentra con el profesor Tito, le saluda y le ofrece las moneditas, profesor estas moneditas le voy a vender, el profesor agarra las moneditas y empieza a observarlo detenidamente, se da cuenta que esas monedas tenían valor considerable; eran libras esterlinas, le responde, a ¿cuánto me vendes?, cuanto me puede pagar usted conoce el valor de estas moneditas; Anastasio, por las cuatro moneditas le daré 40 soles, ya profesor Tito deme, recibió el dinero y se fue alegre a comprar su agua ardiente. En el trayecto iba pensando, si por las cuatro moneditas me dio 40 soles, creo que el señor Hugo me esta engañando, mejor voy a pagarle su botella de agua ardiente y que me devuelva para venderlo al profesor, calculo que en el cantarito habrá unas 100 moneditas. Al llegar a la tienda pide la devolución; devuélvame mis moneditas ya que no tiene valor, le traigo platita para que se cobre y deme una botella más de agua ardiente; el señor Hugo había indagado, que valor podría tener esas moneditas, fue grande su sorpresa al saber que se trataba de libras esterlinas que tenían alto valor; le hace la oferta de 2000 soles; tome 1000 soles, lo que falta te daré una ves que disponga en la ciudad, tendré que viajar todavía; será como diga, no mas no me engañe, agarro el dinero más su botella de agua ardiente y se fue a seguir emborrachándose, ya con sus amistades y compueblanos, así pasaba los días; al terminar su dinero, va a cobrarle su deuda; manifiesta que no regresaba de la ciudad, en cuanto llegue te pagará; por lo que decide vender lo que quedaba en el raqay al profesor Tito, quien va al raqay, observa que había muchas monedas y le hace la oferta de 2000 soles de inmediato, deme lo ofrecido y llévese ahorita, ya no quiero cuidar; el profesor le responde, vamos a la casa allí te pagaré, recibido la plata, continuaba con sus borracheras meses a meses. El señor Hugo volvió de la ciudad con un camioncito nuevo, era producto de la venta de libras esterlinas; cuando iba a cobrarle el señor Anastasio, solo le daba su botella de agua ardiente.

Pasado medio año, el camioncito adquirido por el señor Hugo fue arrastrado por el rio en época lluvias, le duro poco la adquisición, el profesor monto una tienda de multiservicios en la ciudad donde radicaba, después de año y medio el señor Anastasio muere consumido por el vicio del alcohol, olvidado y abandonado por sus familiares.


AUSENCIA

(Cuento presentado al I Concurso Nacional de Cuento, Poesía y Ensayo organizado por el CPPe – 2022)


Plinio Gustavo Quispe Tapahuasco

Ayacucho


El aire arisco revoloteaba en el cielo nublado. Entre los ramajes de la tupida selva, las hojas lloraban en la febril mañana. Tú, ahí, tiritando, con el fusil en mano, tus rodillas besaban el lodo, tu cuerpo sucio por el barro y las llagas de tus manos no escondían el tatuaje del rostro de tu madre, una cándida imagen de tinta negra impregnada en tu izquierda. La lluvia era cada vez más intensa, el frío golpeaba tus entrañas, te ponía cada vez más tieso el cuerpo. En el charco de tu derecha, se dibujó el rostro de Lucía y tus dos hijas. La última noche que compartiste la cama con Lucía, la besaste hasta el nombre. Y entre sollozos, le prometiste pedir tu cambio de la Base de Mazángaro, volver y casarte en la parroquia de San Miguel. Constanza, de cinco años, te había preparado muy temprano el desayuno.

Panes con mantequilla y mermelada, acompañado de un caliente café Kirma.

Mientras cogías la taza, tarareabas “Mambrú se fue a la guerra, tururum tururum que pena…”. Ella te seguía muy atenta con las palmas. Entonces, bajó Sophia

gritando un fuerte “papi”, subió en tus rodillas, te abrazó y no paró de besarte. En segundos las dos niñas sujetaban de tu cuello y los besos no paraban. De pronto, sentiste deslizarse unas pequeñas manos sobre el bolsillo de tu chaqueta, dejando un sobrecito.

Ingresando a la Base de Mazángaro, en un cuartucho de triplay y calamina, sobre una mesa de la cual salían decenas de polillas, al pie de la vela, el suboficial Peña redactaba: “Aproximadamente, once delincuentes terroristas de Sendero

Luminoso se desplazaron por las inmediaciones de la localidad de Nueva Esperanza, luego de haber atacado un helicóptero FAP, en la ruta conocida como El monte del diablo. Capturando a José Mendoza Díaz, conocido como el “camarada Guillermo”, provisto de quince kilos de PBC, un fusil AKM, cuatro cacerinas, tres granadas tipo piña y una pistola Glock 19. Además, el detenido

vestía uniforme del Ejército, un pasamontaña negro y un polo con el símbolo de la hoz y el martillo”. Terminando el informe, Peña te sostuvo un gran abrazo. En ese instante ingresó Santibáñez, con la misma fuerza de siempre, diciendo: “A dormir carajo, salimos a las cuatro”. Todos se recostaron con el uniforme puesto, echaron saliva a las velas y el silencio nació entre los catres viejos.

No sabías que te esperaría allá arriba, en el monte. Sobre tu cama, cogiste la almohada y tus pestañas comenzaron a encogerse. Era el primer día de clase de Constanza, le preparabas la lonchera y Lucía con su barriga de nueve meses la peinaba. Sacaste el automóvil rojo que tu padre te regaló y enrumbaron. A puertas de “Angelitos del saber”, Constanza tomó tu brazo y no quería soltarte. Lucía en el coche, daba señal de alarma. Con los nervios a flor de piel, cargaste a Constanza y le abrochaste el cinturón de seguridad. Rápidamente pasaron por la avenida La Marina, mientras tus consejos de respiración trataban de tranquilizar a Lucía, pero sus quejidos quebraban toda calma. Al llegar al hospital, ingresó veloz a la sala de partos y no supiste nada de ellas durante horas. Un hermoso bebé nacía ese día.

Un sonido estrepitoso te puso en pie, venía del monte, quizá estaban cerca. Salieron quince minutos antes que el segundo grupo, los dirigía el capitán Santibáñez. En fila india subieron por los peñascos, rompiendo los ramajes que golpeaban sus rostros, cruzando varios riachuelos que formaba la intempestiva lluvia que azotaba en el lugar. Entre los charcos viste caer el cuerpo de Peña, tu promoción, con quien tantas veces compartiste tus penas en las aulas del colegio

donde terminaron la secundaria. Él, ese muchacho trigueño, con ojos grandes, el cabello enrollado y el rostro flaco. Tu padre lo quería como su hijo, tu hermano.

Tirado, el lodo había envuelto su rostro, te acercaste y lo limpiaste. En medio de su frente centellaba un agujero. Mientras lo limpiabas con la manga de tu casaca, Prado y Reymúndez gritaban: ¡Emboscada carajo! ¡Emboscada! Tomaste furiosamente tu fusil disparando a los arbustos de tu izquierda, donde ellos devolvían las balas. De pronto, sentiste un pequeño dolor en el pecho, pero seguiste disparando, con la misma furia que sentiste al ver a tu amigo con ese

orificio, con el mismo dolor de observar a tu padre en una cajón, morir por la culpa de esta gente, con la tristeza de quedar sin padre a los cinco años, con las ganas de nunca encontrar alguien con quien patear un balón cuando más deseaste el fútbol y con la misma energía que ponías todas las noches para darle una sonrisa a tu madre, que se quebraba cada vez que venía el uniforme de su esposo. El peso del fusil se hacía más fuerte, tus manos lo soltaron, tratabas de levantarlo una, dos, tres y muchas veces más, pero ya no respondían. Tu cuerpo apoyado en un árbol, en medio de una incansable lluvia provocaba tu respiración cada vez más lenta, suave, tranquila.

En el helado charco, mientras sentías más fuerte el frío, sacaste del bolsillo derecho de tu chaqueta, bajo el bordado del nombre Domingo Paz, el sobrecito que Sophia te colocó días atrás. Era la fotografía de los cuatro, tu familia, todos con una gran sonrisa en la salida del Parque de las Leyendas, hace tres años, el día de tu cumpleaños. Al reverso de la imagen decía: “Feliz día papito, te amo”.

Mientras pronunciabas las últimas palabras de esa frase, tus lágrimas se enfriaban sobre tu cuerpo helado.


PEDAGOGÍA

HISTORIA

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