CREACIÓN
Cajamarca fue fundada con el nombre de San Antonio de Cajamarca. Se independizó de Trujillo mediante la revolución del 3 de enero de 1854, movimiento gestado en las aulas del Colegio Central de Artes y Ciencias (hoy San Ramón). Adquiere la categoría de departamento mediante Decreto promulgado por Don Ramón Castilla y Marquesado, entonces presidente del Perú, el 11 de febrero de 1855, con las provincias de Cajamarca, Cajabamba, Chota y Jaén.
PROVINCIAS
El departamento tiene 13 provincias y 126 distritos y su capital es la ciudad de Cajamarca
· Provincia de Cajabamba
· Provincia de Cajamarca
· Provincia de Celendin
· Provincia de Contumazá
· Provincia de Cutervo
· Provincia de Chota
· Provincia de Hualgayoc
· Provincia de Jaén
· Provincia de San Ignacio
· Provincia de San Marcos
· Provincia de San Miguel
· Provincia de San Pablo
· Provincia de Santa Cruz
EDUCACIÓN
Cajamarca cuenta con unas de las instituciones educativas más antiguas del norte del país como es el Colegio San Ramón, fundado como Colegio Mayor de Artes y Ciencias de Cajamarca el 8 de septiembre de 1831; además cuenta con instituciones educativas del nivel primaria y secundaria, destacando los colegios religiosos Cristo Rey (Congregación de los Hermanos Maristas), Santa Teresita, Juan XXIII , San Marcelino Champagnat y Guillermo Urrelo. Existen así mismo decenas de instituciones educativas estatales y privados.
Universidades
· Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo.
Instituciones de idiomas
· Centro de Idiomas de la UPAGU.
FIESTAS
Carnaval de Cajamarca: Se trata de la celebración más popular en el ámbito local de Cajamarca, siendo además el carnaval de mayor importancia en el Perú. Debido a ello, la ciudad es conocida como la Capital del Carnaval Peruano. Dicha celebración se lleva a cabo durante los días anteriores al miércoles de ceniza. Y popularmente se reúnen cada domingo de esta festividad en su plaza de armas y de esa manera pasar un momento muy divertido con amistades y/o personas que asisten a esta fiesta.
LUGARES TURÍSTICOS
Baños del Inca
Aguas termales ubicadas a 6 km. de la capital, se dicen que estas aguas tiene propiedades curativas, es una agua natural que brota de las rocas y llegan hasta los 79 grados de temperatura, es uno de los principales atractivos turísticos de Cajamarca.
Bosque de rocas
Ubicado a pocos km. de la ciudad de Cajamarca, a 14 km., es impresionante podemos observar un conjunto de formaciones geológicas conocidas como “frailones”.
Las ventanillas de Otuzco
De origen incaico es una gran Necrópolos ubicada a 8 km. de Cajamarca, está constituido por pasadizos con nichos laterales, tiene gran acogida por los turistas.
La Colpa
Campiña de Cajamarca, centro ganadero podemos observar las vacas lecheras, su proceso para sacar leche, natural, sin maltrato a los animales, disciplinado, podremos observar como las vacas son llamadas por sus nombres y una a una van desfilando para ser ordeñadas, este proceso se llama el tradicional laboreo ganadero.
Pariamarca
Un pueblo campesino de Cajamarca, pequeño que sobresale por sus tejidos y sus variados tientes de colores.
Aylambo
Es una escuela de Alfarería, donde podremos observar la combinación de técnicas ancestrales, es impulsado por la Universidad Nacional de Cajamarca
Cumbemayo
Ubicado en las faldas del cerro Cumbe (aquí se ubica el Bosque de rocas), es una de las obras más notables de la ingeniería Hidraúlica de América Prehispánica.
DANZAS TÍPICAS
Chunchos de Cajamarca
Los emplumados de Cajabamba
Los diablos de Cajabamba
El carnaval de Cajamarca
Chunchos de Porcón
Baños del Inca o Danza blanca
L I T E R A T U R A
LEYENDAS
Recopilada por Doris Nelly Rojas Pérez docente de Educación Primaria de la I.E. 16002 de Jaén.
LA PIEDRA LLORONA
En el caserío Curiaco, valle Shumba, existe una enorme piedra que tiene varios huecos y se parecen pequeños vasos que siempre están llenos de agua clara. Dicen los abuelos, que allí por las noches, las almas de los condenados penan cuando vienen a calmar su sed. Lo curioso de esta gran piedra es que las madrugadas amanece cubierta de humedad, sea en verano o en invierno, por eso la llaman "La Piedra Llorona".
Cuando la gente pasa sola por la Piedra Llorona ubicada en el camino grande, escuchan banda de músicos, aparecen fantasmas, oyen cantos de gallos, peleas de personas. Si los niños se asustan en este lugar es difícil se recuperen, salvo que sean tratados por un buen maestro curandero. Las almas de las personas que mueren asustadas en este lugar se quedan a penar allí. En Semana Santa el lugar se vuelve intransitable por los extraños y terribles gritos que se escuchan en los alrededores.
CAMPANAS DE JAÉN VIEJO
(Distrito de Santa Rosa- Jaén)
El antiguo Jaén de Bracamoros, era una gran ciudad con muchas riquezas, sus campanas e imágenes religiosas eran de oro fino, también parte del altar mayor y los pórticos de la iglesia.
Cierto cazador, en una ocasión, se encontraba por las ruinas de Jaén viejo. A poca distancia, vio a un enorme venado colorado con sus astas floreando, le disparó varios tiros logrando impactarle en el codillo, que le pareció verlo caer en el instante. El cazador corrió a recoger a su víctima, pero el venado dio un gran salto hacia el "chope", hasta que desapareció entre los juncos y palmeras de Jaén viejo. El cazador avanzaba sigilosamente sin perder la vista a su víctima. En cualquier momento moriría desangrándose, pensó el venado ha ido a morir al agua en los pantanos. En el camino tropezó con un pequeño morro, duro como roca, le extrañó la forma del obstáculo y se detuvo, empezó a excavar con su machete. Conforme lo hacía iba descubriendo la parte superior de una gran campana de oro fino. El hombre emocionado se olvidó del venado y avanzó a escarbar con el machete hasta donde pudo, cansado cortó unas ramas y cubrió el hallazgo, fue traer picos y palas e invitó a su compadre que le acompañe a sacar el tesoro.
Cuando llegaron al lugar y despejaron los montes que cubrían la campana, ésta brillaba como espejo. El ambicioso compadre tuvo malos pensamientos contra el cazador. Cuando empezaron a dar la primeras "palanadas", pareció que la tierra se abría y en medio de un terrible ruido, la campana fue tragada por la tierra, lográndose escuchar solamente sus angustiosos repiques. El cazador se dio cuenta que la ambición del compadre le había hecho perder el gran tesoro de Jaén viejo, solo atinó a expresarle: no ha sido la suerte para nosotros, hemos sido ambiciosos, para otra vez será.
Cuando los transeúntes pasan solos por el camino real de Jaén viejo, encuentran el pequeño morro en el paso, al intentar escarbar, la tierra tiembla y se escuchan repiques de campanas por todo lado. Otros personas que se dedican a la caza, encuentran siempre por estos campos monedas de plata blanca pertenecientes a la colonia y enormes venados colorados que no se dejan cazar, las balas no les caen ni los pueden matar porque son encantados.
CUENTOS
CUARENTA REGLAZOS
Prof. Miro Quiroz Ramírez
Natural de Bolívar, San Miguel, Cajamarca
Abril de mil novecientos cincuentaicinco. El follaje del invernadero comunal comenzaba a reverdecer, por la acción de la descarga pluvial en este lugar de mi nacimiento que, por aquellos tiempos, presentaba dificultades para llegar a conocer desde fuera de la frontera cajamarquina, por el débil acceso a este escondido terruño sagrado. Los caminos peatonales enlodados y resbaladizos, impedían ir a la escuela, incluso a los grades, que algunos ya llegaban casi a los veinte años; peor para el autor de esta ocurrencia, con solo seis inocentes años de vida hecha en el trabajo, podía bajar la pendiente de casi dos horas de tiempo, a pesar de tener mucho deseo de conocer por primera vez la escuela fiscal, atendida por la preceptora María García Heriberta Tello de los Santos.
Por referencias de una curiosa tía, me había enterad de las bondades y debilidades de la mentada maestra. De María, nada tenía; de Gracia, su Majoma no le ayudaba; por Heriberta, me asustaba; y por Tello de los Santos, una virgen me parecía. La quincena de abril se agotaba, mi padre pasaba por un aciago momento, a no poder enviarme a la escuela por los barriales que hasta las rodillas llegaban, y por la desconfianza de mi diminuto tamaño. Por fin perdió medio a la resondrada segura de la preceptora y se dirigió a ella, llevando en su mula algunos agrados para conquistar la voluntad de doña Gracia, trato que era de mucha satisfacción recibida por sus mejores amigos y amigas.
Más de la doce del día, de un sábado esplendoroso, arribó a su domicilio. Bajó la alforja llena de todo para una semana de manutención. Con todo esto no se hizo esperar su primer triunfo, al ser recibido afectuosamente, llegando incluso a compartir un almuerzo. Luego, explicó el motivo de no haberme podido enviar a la escuela y formalizaron mi asistencia desde el primer día útil de mayo, mes de su preferencia religiosa; recordándole, insistentemente, la compra del libro Mantilla, en donde se aprendía el abecedario completo.
Regocijante retornó mi padre a la casa por la positiva gestión; mi mamá en cambio, sintió pesimismo porque temía que el año escolar año perdería. Al final se pusieron de acuerdo, preguntándome:
–¿Aprenderás el Mantilla?
–¡Claro! –respondí. Ese libro es papita rica. Y a cada momento insistía;
–¿Cuándo voy a la escuela? Por fin mi mamá respondió:
–Mañana te lleva tu papá a las seis de la mañana.
Me embargó alegría. Toda la noche pasé despierto. Felizmente, la aurora del nuevo día, completamente clara, no había señal de tempestad. Partimos con el rancho al hombro y un queso de yapa para contentar a la preceptora. Ocho de la mañana, frente a la escuela, esperamos unos minutos. Luego mi papá dice:
–Viene doña Gracia, con la silla al hombro.
–¿Para quién será? –pregunté.
Se cruzaron los saludos. Demostrando su nobleza de ánimo, la maestra nos hace pasar al polvoriento y único salón de clase; me entregó la silla y por ser el más chiquito me hizo sentar adelante. Con un estado pasajero de ánimo, enseñé mi libro Mantilla y me quedé bajo su cuidado junto a veinte muchachos, todos dispuestos a aprenderlo al revés y al derecho, expresión que siempre repetía nuestra preceptora. Me di cuenta de la repitencia de los alumnos de preparatoria casi en su totalidad. Con el fin de no quedarme en vergüenza, estimulé a mi primo con unas cuentas granadillas, para que me enseñe en su casa. Entusiasmado él, tomaba el libro y, paseándose de rincón a rincón, iba leyendo en voz alta, sin respetar los signos de puntuación: A, arca, árbol; B, barco, beso; C, casa, abra; CH, china, chinea; D, diente, dedal; E, elefante elegante… así sucesivamente hasta la Z; es decir, la última letra del abecedario, que logré aprenderlo de memoria sin ningún titubeo, aunque reconozco no saber distinguir ni la O, por redonda.
Llegamos al sábado temerario para unos, para mí, si bien es cierto, que tanto no sabía porque llegue retrasado, pero sí me defendía un poquito.
–¡Todos al patio con su silla! –ordenó la maestra. ¡Hagan un círculo!
Ella, en el centro, con regla en mano. La evaluación era permanente y rigurosa. Empezó por mi derecha, por lo tanto, yo cerraba fila. Comenzó el más grande, al parecer por vozarrón, más parecía un adulo; luego, e siguiente, otro y otro más, hasta la penúltima víctima que, de paso, era mi prima, como lo eran todos los demás. Ninguno dejó de titubear, ni pausadamente de deletrear, pero la verdad es que ellos algo sabían más que yo.
–Finaliza el chiquitín –exclamó la maestra.
Arrugada de cólera por no ser favorable el resultado hasta ese momento. No supe cómo tomé el Mantilla, lo cierto es que comencé paporreteando: Arca, árbol, barco, beso, casa, cabra, china, chinela, diente, dedal, elefante, elegante… hasta…
–¡Basta!, ¡basta!, ¡basta! –expresó la maestra, golpeando con su regla el tablero de la mesa.
–Ahora, como has leído correctamente, dos reglazos a cada uno.
Empecé uno por uno. Como fueron veinte en total, llegué a dar cuarenta reglazos esa mañana sabatina. Estaba por la mitad y uno refunfuñando me decía:
–A la salida me pagas.
Esa amenaza no me preocupaba porque tenía a mi primo, más grande y cuerpón, pero en el trabajo no me igualaba, pero tirando trompada nadie lo paraba, por lo tanto, era mi chaleco, a quien siempre lo recuerdo y lo estimo, porque vive todavía.
Al terminar la faena saltó un acusador picón, diciéndole a la maestra de haber yo leído al revés. La preceptora me pregunta si es verdad. Respondí:
–¡Claro maestra! ¿Usted no dijo que debemos leer el Mantilla al revés y al derecho?
–Te felicito hijo, aprendiste la lección como ordené.
¿Y dónde están los bosques? ®
(Cuento presentado al I Concurso Nacional de Cuentos, Poesía y Ensayos pedagógicos organizado por el Colegio de Profesores del Prú 2022)
Nilda Rosa Díaz Uriarte.
San Andrés, Cutervo, Cajamarca.
Hace un buen tiempo en un pueblo de Hualgayoc, Cajamarca, vivía la familia de Isaac conformada por los padres, tres hijos y dos hijas. Ellos habían recibido una herencia en la estancia El Pajonal de San Andrés, provincia de Cutervo, por lo que decidieron trasladarse hacia allá viajando por tierra durante varios días y empezar una nueva vida.
Las tierras de la herencia eran unos bosques tupidos, frescos y solitarios con una vegetación maravillosa y variadísima fauna que abarcaba desde el Pajonal hasta el cerro de Tarros donde se encuentran las grutas; cuevas antiguas muy visitadas por turistas de varias partes del mundo. Tuvieron que limpiar parte del bosque talando árboles para madera y construir una vivienda en un lugar plano,
cerca al río, con techo de calamina y paredes de barro con paja. En esas ricas tierras fértiles para pastizales, distribuidas en áreas de cultivo y para siembra de pastizales, se volvieron buenos agricultores y excelentes ganaderos. Había que ver el ganado que criaban y ni se diga de las vacas lecheras: eran de las mejores con gran producción de leche, la que usaban para elaborar queso, manjar y mantequilla de manera artesanal. Con los pocos vecinos que tenían compartían los trabajos de siembra, cosechas y diversas actividades de rutina.
Así pues, la familia se desarrolló y con el tiempo, los hijos aprendieron las tareas propias del campo, cultivos y la crianza de animales.
Un buen día, llegó al mundo un hijo más al que llamaron Isaac, un niño alegre, travieso y encantador había nacido en la nueva tierra de El Pajonal. Isaac es toda una historia que contar: su infancia llena de aventuras en contacto con la naturaleza, corriendo por los enormes prados, trepando árboles, columpiándose con las lianas impregnadas en los troncos de aquellos tupidos bosques. Isaac era feliz recorriendo largos caminos, cruzando manantiales y ríos cristalinos acompañando a sus hermanos hasta las grutas, allí donde estaba el ganado para alimentar antes que los rayos del sol aparezcan anunciando un día soleado o días aquellos de lluvia en los que debían llevar ponchos de plástico y caminar haciendo salpicar el barro con las botas para luego regresar e ir a la escuela del pueblo a media hora de camino.
Las vacas lecheras se contaban por docenas; sin duda la ordeña era la actividad diaria, divertida y aleccionadora que Isaac realizaba muy bien, desde los 11 años. Experto en ordeñar, dar de comer al ganado y llevarlos al río a beber agua. Le encantaba tomar la leche fresca con un poco de pan. Isaac aprendió también a cortar leña, a utilizar la lampa para el cultivo y a cosechar. La crianza de ganado y animales menores y la tala de árboles para leña y para madera eran entonces, las actividades principales.
Con el pasar de los años, los hermanos de Isaac crecieron y formaron sus propias familias. Por esta razón, poco a poco aquellos bosques interminables de flora y fauna maravillosos iban desapareciendo, para convertirse en chacras, viviendas, pampas e invernas para ganado y espacios amplios para cultivos. El cultivo era una actividad literalmente sencilla, teniendo en cuenta que las tierras eran altamente fértiles, no necesitaban ningún tipo de abono y los riegos eran de manera natural con la lluvia. Los frutos de las cosechas permitían una alimentación sana y nutritiva.
El panorama ya era despejado, había más familias en el campo y en el pueblo de San Andrés que cada vez fue creciendo. Cada año el 14 de septiembre celebran la fiesta patronal con feria agropecuaria donde los agricultores y ganaderos muestran sus mejores ejemplares y productos de las cosechas esperando ganar premios.
A Isaac le gustaba oír a su padre, don Isaac, narrar historias de fantasmas del bosque, tradiciones, mitos, leyendas y costumbres de sus antepasados, también oírlo silbar unos yaravíes, cortar juntos con el machete las espinas que crecían y cerraban el camino; coger el pico para remover el suelo, surcar y plantar semillas. Uno de los yaravíes que más pedía a su padre era:
“Una estrella se ha perdido,
en el cielo no aparece,
en tu casa se ha metido,
en tu rostro resplandece.”
Así la infancia y la adolescencia de Isaac transcurrió entre la escuela y el campo. Era buen agricultor, estudiante responsable, excelente hijo. Con el pasar del tiempo también formó su familia; se convirtió en padre de dos hijos y dos hijas; construyó su propia casa en una pampa. Allí tenía una finca de frutales, huertos de hortalizas y jardines multicolores. Unos cipreses y eucaliptos alienados que daban una vista hermosa y en una esquina de la casa, un viejo higuerón donde las gallinas subían a dormir por las noches. Hacia adelante y cercano discurría un riachuelo donde las mujeres de la casa iban a lavar la ropa, mientras los niños y sus amigos vecinos se bañaban jugando a tirar piedras al río, correr por las orillas, trepar árboles; recoger moras silvestres para preparar mermelada con dulce de caña de su propia chacra.
Isaac enseñaba a sus hijos a alimentar a los cuyes, cerdos y ovejas después de volver de la escuela y al llegar la noche, con ayuda de un lamparín hecho en botella, mechón de tela y kerosene, hacían las tareas escolares simplemente con la luz de la luna llena. Las hijas, por su parte, hacían las tareas de la cocina y labores de tejido a callua. Elaboraban lindos ponchos de lana, bayetas y mantas.
Los hijos de Isaac tenían el sueño de viajar a la ciudad de Lima para seguir estudios superiores. Uno de ellos era Antonio quien se formó para ser maestro.
Antonio se casó con Mariana y tuvieron un hijo, ese soy yo, Felipe. Tengo 10 años; estudio en la escuela estatal “El Álamo”.
Cada vez que el abuelo Isaac viene a Lima, paso largas horas con él, averiguando todo cuanto me interesa de su vida en San Andrés. Mi papá dice que de pequeño me llevó varias veces a San Andrés y que me gustaba montar a caballo para ir al bosque...no recuerdo...
Después de varios años, fui con mis padres a nuestro querido San Andrés. El abuelo estaba feliz; aunque un poco lerdo por los años, me llevó caminando hasta las grutas para recorrer paso a paso, los lugares por donde transitó desde su niñez y toda su vida.
Me preguntaba, sin embargo, ¿eran estos los paisajes de la historia que el abuelo me contaba en Lima? Hmm... No parece. ¡Oh nooo...! Los bosques destruidos; los escasos animales del monte; ríos casi sin agua, pero con muchos deshechos y empaques de productos industriales; pocos sembríos que solo producen con la ayuda de abonos e insecticidas. La crianza de ganado con apoyo veterinario para evitar enfermedades.
Los guacharos, las aves de las grutas de Cerro de Tarros, que deben viajar muchos kilómetros por la noche para encontrar alimento. Los pichones mueren de hambre, caen de las rocas de las cuevas a los riachuelos helados, porque los robles viejos que daban frutos ya no están, fueron madera o leña.
El abuelo me iba describiendo cómo era el panorama. ¡Ya no era el mismo!, da mucha pena ver los ríos que antes venían de lo alto de las montañas, apenas tienen agua, por ausencia de lluvias.
Aunque, desde 1961 declarada área natural protegida, con carácter intangible, para conservar los ecosistemas, la flora y fauna silvestre que aún queda; en el pueblo de mi abuelo falta una cultura ambiental en la población. Ahora que estoy en cuarto grado, con mi maestra y compañeros hacemos campañas de conservación del ambiente, nos informamos sobré qué hacer para conservar el ambiente limpio, sano y acogedor. Contamos con las brigadas ambientales para el recojo de los desechos y basuras en coordinación con los demás grados. Mi escuela luce limpia y con áreas verdes.
Aun a mis 10 años creo que los niños podemos hacer mucho por nuestro ambiente sin esperar que solo los adultos o instituciones lo hagan.
Por mi parte, he decidido, prepararme para llevar al pueblo de mi abuelo información útil a los habitantes para que tomen conciencia y eviten destruir más el verde de nuestro querido Parque Nacional de Cutervo; ya que no solo se pierden los bosques sino muchas especies de animales y aves silvestres por falta de hogar y alimento. Recomendaré que siembren árboles como cercos vivos alrededor de las chacras y de los límites vecinales, para que las futuras generaciones continúen viviendo en un ambiente naturalmente sano con una cultura de amor y conservación a la naturaleza. Con apoyo de las autoridades plantearé alternativas para detener la tala indiscriminada, que se haga de manera responsable y mesurada, sembrando muchos más de lo que se tala y proponer medidas para salvar el río que discurre por un lado del pueblo para que
los niños disfruten.
Las Aventuras de Piolín
Cuento presentado al I Concurso Nacional de Cuentos, Poesía y Ensayos pedagógicos organizado por el Colegio de Profesores del Prú 2022)
Erica Magda León León
Cajamarca
CAPÍTULO I: “SORPRESA”
Una linda mañana de mayo, llena de sol y del cantar de las aves, los abuelitos:
Yova y Shaky desayunaban de lo más a gusto, cuando de pronto escucharon el llanto de un pequeño pollito, ellos desesperados fueron a ver que ocurría, pero no imaginaban la gran sorpresa que estaban a punto de encontrar en el nido de la pata “Patricia”, había un hermoso pollito que acababa de romper su cascaron, era amarillito como “la flor de retama”, entonces los abuelitos empezaron a llamar:
¡Maya, Maya, Maya…!, ¡Evy, Evy…!; la madre e hija salieron de inmediato a ver lo que sucedía y encontraron a un frágil e indefenso pollito junto a la pata “Patricia”, todos se preguntaban: “¿Cómo de un huevo de pato había nacido un pollito?” y observando el nido se dieron cuenta que la gallina “Shilica”, había hecho una travesura, había puesto un huevo suyo en el nido de “Patricia”, la patita; entonces Evy tomo en sus manos al pequeño pollito, en honor al color amarillento que poseía le puso por nombre “Piolín”.
Dejaron al pequeño Piolín al cuidado de Patricia, horas más tarde alguien había dejado la puerta de la casa abierta, entonces el travieso y temeroso perro “Benji” aprovecho la oportunidad para escapar e irse a gran velocidad al nido de “Patricia”, apenas Benji vio a Piolín, se lo metió a su gigantesca boca, Evy vio esta escena y empezó a gritar para que vayan a salvar a Piolín, su hermana “Shelele” a gran paso apresurado fue al rescate de Piolín, logro salvarlo, pero se dio cuenta que estaba empapado de la baba del travieso Benji, esa noche durmió con mamá Patricia, aunque lloro toda la noche, ya que ella no sabía cómo cuidarlo, al día siguiente mamá Yova decidió hacerse cargo del Pequeño Piolín.
A medida que paso el tiempo, Piolín se convirtió en un hermoso pollito, por las mañanas en una cajita y por las noches dormía en una gorra de lana dentro de una mochila de cuero y era muy feliz.
CAPÍTULO II: “ENFERMEDAD”
De pronto un sábado por la mañana el pequeño Piolín empezó a caminar de forma muy extraña, quedándose sin equilibrio y al día siguiente amaneció con el cuello torcido dejando al pobre Piolín sin poder mantenerse de pie y mucho menos caminar, y no pudiendo hacer su vida normal, ya que ahora dependía de sus dueños. Evy no podía soportar el dolor de Piolín y sus piadas de auxilio, entonces lo llevo de inmediato al veterinario, donde solo le dieron unas pastillitas para su mejoría, pero no funciono este tratamiento, solo quedaba dormirlo, el pobre Piolín exclamaba diciendo: “¡No, por favor, sálvenme, yo quiero vivir!”, pasaron los días y su dolor era desgarrador, toda la familia sufría al no saber qué hacer, no quedaba otra opción de dormirlo, pero justo minutos antes de llevarlo, Evy se dio cuenta de que Piolín se había puesto de pie en busca de comida y cambiaron de opinión y decidieron llevarlo a otro veterinario, Evy fue de inmediato en busca de salvación, aunque demoro todo un día, aquel veterinario dio un diagnostico alentador, aplicándole un medicamento por tres días, pero había dicho que su recuperación seria lenta y que solo tenían que cuidarlo con mucha cautela porque era un virus que afectaba directamente a su hígado.
Piolín regresaba muy feliz piando de alegría, pero pasaban los días y Piolín seguía igual, lo único bueno era que Piolín no perdía el apetito, pasaron días, semanas, meses y no había resultado, pero Maya con su paciencia de alimentar mañana y tarde a Piolín, poco a poco este se iba a recuperando, Maya no le había dicho a nadie de la mejoría de Piolín, pasado tres meses Piolín empieza a pararse de poquito a poquito dando así sus pequeños pasitos recostándose sobre una caja, nadie pudo lograr ver esa pequeña faceta, ya que Maya decidió quedarse callada para ver si realmente Piolín se mejoraba; y así pasaron dos días; y Piolín empezó a caminar bien y comer bien, incluso salió volando de su casa quedando así toda la familia sorprendida, todos en casa gozaban de alegría, los abuelitos: Yova y Shaky, no podían creerlo ya que ellos nunca había visto un caso así.
Piolín era muy feliz, volvió a sonreír por la gran oportunidad de vida, irradiando mucha felicidad caminando nuevamente por toda la casa.
CAPÍTULO III: “EL RESCATE”
La familia desayunaba de lo más tranquilo esperando a un familiar, y de repente dejan de estar atentos a Piolín y este desaparece sin dejar huella alguna, sus dueños desesperados empiezan a buscarlo, pero todo era inútil, parecía que a Piolín se lo había tragado la tierra, fue el día más triste para la familia, seguían todos sollozando y preguntando a sus vecinos, pero el día se acababa y no encontraban a Piolín, a Evy le urge la idea de ofrecer una recompensa, diseñando así un aviso donde expresaba que Piolín tenía un virus mortal y que si alguien lo encontrase tendría una recompensa de 200 soles, esos días se convirtieron en los más tristes y amargos porque no se tenían noticas, toda la familia lloraba recordando su desaparición a tan corta edad, al observar la cama donde dormía, la cajita donde vivía, por los lugares que solía pasear y así paso un mes y el vecino “Cerrajerín” hace una visita al “Sr. Gran Boa” y este le comenta: “He escuchado rumores de que usted se llevó a Piolín”, pero Cerrajerín le dice:
“¿Qué?, yo no fui, pero si sé quién lo tiene, ahora mismo iré a arreglar este malentendido”, va en busca de la vecina Maya, toca la puerta y sale Evy y este le dice: “Quiero aclarar sobre la desaparición de Piolín”, Evy sorprendida responde:
¿Cómo?, Cerrajerín le responde: “Si sobre Piolín, un domingo, eso de las 9 de la mañana, Piolín salió a la calle caminando junto a la cera y aparece la vecina “Tamalera” y preguntó, ¿de quién es este pollo? y como nadie le dijo nada, le dió maíz y se lo llevó a su casa”. Si vayan a su casa, allí esta.
Esta noticia puso a la familia muy nerviosa, pesando en si seguiría con vida el pequeño Piolín, les daba escalofríos y las esperanzas ya estaban perdidas. Evy y Maya fueron a casa de la vecina, y esta nunca salió, porque no encontraba en casa, aquella noche fue tan larga y angustiante, pensando ¿cómo estaría Piolín?,
a la mañana siguiente el abogado “Orli”, dijo yo iré al rescate, fue a la vecina Tamalera y le dijo: “Señora Tamalera, vengo por mi pollito que usted se llevó“, Tamalera no se niega y se lo devuelve. “Orli regresa con Piolín a casa y toda la familia se da con la sorpresa que ya no era ese tierno y manso pollito, pues este ya era un joven gallo, ¡Cómo había crecido!, Orli le entrega a Maya su gallo, y todos llorando de la emoción abrazan a Piolín, por un momento Piolín estaba feliz, pero luego despierta su ira, empieza picar y a patear a sus dueños porque ahora se había convertido en un gallo salvaje, conocido como: “Chico malo”, pues lamentablemente la familia ya no podía acariciarlo como era de costumbre.
CAPÍTULO IV: “PIOLÍN Y SUS DUEÑOS”
Ahora Piolín empieza otra faceta de su vida junto a sus dueños, todos empiezan a darle mucho amor y cariño queriendo recuperar el tiempo perdido, el Sr. Gran Boa le dona su casita donde vive actualmente, Piolín era feliz nuevamente en casa de sus dueños, pero ahora picaba a los perritos de la vecindad, teniendo así algunas contiendas con el perro Benji.
Cierto día su casita se moja y lo cambian a otro lugar, pero Piolín no se acostumbraba, pedía su casita, pasadas varias noches él va y se acomoda en su casita, justo en esa noche su amigo el gallo “Gringo” es atacado por un perro, felizmente Piolín logra salvarse, pero asustado con miedo de lo que había presenciado aquella noche oscura y tenebrosa, desde que aquel día queda muy asegurado en su casita, pero después de varios días la familia fue a la iglesia y los vecinos llaman desesperados porque Piolín se había escapado de su casita y no dejaba pasar a nadie, sus dueños no lo podían creer, porque según ellos se había quedado bien seguro, el hecho es que Piolín estaba afuera y no sabían cómo había salido, pero “Gran Boa” avisa al abuelito “Sinforaneo”, diciéndole que por favor le ayude a guardar a Piolín, porque a él le daba miedo acercarse, ya que Piolín picaba a los extraños y pues como dé lugar hicieron ingresar a Piolín a su casita.
Actualmente Piolín es muy feliz y apacible, conversa con sus amigas gallinas y pollitos, pero no le gusta vivir con ellos, porque a él le gusta pasar tiempo con sus dueños: “Evy, Maya, Shelele, Orli, Yova y Shaky”, pues ellos se encargan de pasearlo todas las tardecitas.
Este cuento continuara mientras Piolín nos sorprenda con nuevas aventuras….
Piolín manda un mensaje a todos sus lectores: “Sigo vivo y estoy muy feliz; y alabaré a Dios con el trino de mis cantos en cada momento de mi pequeña existencia”.
LÍRICA
Juan Flores Arrascue, más conocido como “Jilguero de viento” es un poeta cajamarquino. Hace un resumen interesante de lo que es él hablando de su poemario escrito cuando ejercía la docencia en la región Puno: “Esta vez desempaqueto, los 8 años absorbidos trabajando de profesor, en uno de los tantos 4500 metros de altura milenaria y misteriosa, que beso a beso con el cielo, tiene la Región de Puno.
Me remecieron, las sombritas más cabizbajas, que parecían espantapájaros humeantes, de tal áspera realidad deshilachada por el óxido de la miseria, eran: las chocitas. A mi simple manera y después que éstos harapos habitados, traspasaron rasgando mi alma y palabra, escribí lo que viene”.
CHOCITA
Solitita-pobrecita- calladita-/
de piedritas- adobitos-maderitas-
tapadita con pajita y sarro de humo-/
más hilachas de otras lánguidas sombritas,
Paradita en orfandad de historia fría,
con el rústico ademán de su fogón,/
donde el hueso y la hierbita del vacío,/
hierven tanto en la candela del dolor,
son sus años de nevada- tos y ojotas,/
su joroba es el tropel del aguacero,/
en sus trenzas de humareda va su aliento,/
de miseria con papita, al sol y al cielo/
AHÍ está desterrada en los ladridos,/
que la estiman y le enseñan a cantar/
y se estira con alpacas y corderos,/
en hambriento y amadísimo corral,
Es harapo de resfrío-lana y coca,/
una paloma con el alma dobladita:/
Quizá muriendo! Quizá buscando trigo!/
Quizá rogando a Tayta Dios otra vidita!
En el surco y pastoreo están los niños/
desatendidos por el pan-abrigo y letra-/
la mama y tayta cual arrugas en cansancio/
apretados en el yugo de la tierra.
CANDIDATO DEL PUEBLO.
- Parte I -
VIENE de allá de aquel río,
que está a la izquierda del sol-
de aquella tierra que oxidan...
sus ojos- piel y canción...
templa las huellas del pueblo-
forjando el pie de Otra PATRIA:
para que viaje sin barro
de tanto atraso y de mafia...
va desmintiendo a la "suerte"
del permanente mendigo-
del vendedor ambulante-
del que se acaba en triciclo,
entra al SUDOR tan disperso...
a unificar sus derechos:
salud - seguro y descanso-
salario que cumpla sueños...
arenga al plato descalzo-
al pecho sin hospital-
al niño que deja el aula...
por irse a trabajar...
DEMUESTRA que SÍ hay verdor...
para el desierto del pueblo:
SI se le OTORGA el rocío...
para encumbrar su anhelo...
-Parte II -
Con su guitarra de lluvia...
atiza al río y al mar-
y a toda agüita que enfrenta...
al moco del mineral,
con su guitarra de lluvia...
alza la frente del campo
y en Cóndor vuele pintando
el Trueno de sus Reclamos,
con su guitarra de lluvia...
ara de nuevo la tierra...
cual labrador que congrega,
al palpitar de la siembra,
con su guitarra de lluvia...
mueve la extrema pobreza:
para encarar al bandido,
que le ha robado su mesa...
con su guitarra de lluvia...
llega al clavel milenario:
y refrescar con la ciencia
un digno celaje agrario,
con su guitarra de lluvia...
suelta rojiza alborada:
para que el tiempo de hoy día:
Sepa engendrar su MAÑANA...
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