top of page

HUÁNUCO

Actualizado: 4 ene 2023



CREACION

La fundación española de Huánuco tuvo lugar en las pampas de Wanuco marka, la ciudad incaica, capital del Chinchaysuyo, el 15 de agosto de 1539., luego fue trasladada al valle del Pillco.

Debido a la gran presencia de criollos en la zona, fue una de las primeras en impulsar la independencia y proclamó la emancipación el 15 de diciembre de 1820

En la obra "Historia de Huánuco", Varallanos dice: “El 24 de enero de 1869, se promulgó por el presidente José Balta, la Ley que creó el Departamento Fluvial de Huánuco, con su capital la ciudad de Huánuco y las provincias de su nombre y Huamalíes, que se desprende de Junín”

Optó el nombre de “Fluvial” porque por su territorio, con más de 36,000 km2 atraviesan tres importantes ríos: Marañón, que nace en la provincia de Lauricocha (Húanuco) colindante con el nudo de Pasco, Huallaga y Pachitea que nacen en Pasco, por lo tanto Huánuco es un departamento privilegiado por su recurso natural, el agua

PROVINCIAS



HUÁNUCO capital Huánuco

AMBO capital Ambo.

DOS DE MAYO capital La Union.

HUACAYBAMBA capital Huaycabamba.

HUAMALIES capital Llata.

LEONCIO PRADO capital Tingo Maria.

MARAÑON capital Huacrachuco.

PACHITEA capital Panao.

PUERTO INCA capital Puerto inca,

LAURICOCHA capital Jesus

YAROWILLCA capital Chavinillo

EDUCACIÓN

El Departamento de Huánuco cuenta con un total de 2.209 colegios públicos privados:

416 de educación inicial,

1.543 de educación primaria,

250 de educación secundaria.

Universidades:

Muchas universidades privadas.

LUGARES TURÍSTICOS

Huánuco.- La plaza de Armas fue construida en 1845. En el centro de la plaza se encuentra una pileta, esculpida por el escultor italiano Pedro Seretti, utilizando para su acabado una piedra de granito de 4 metros de altura, que en tiempos prehispánicos constituyó objeto de culto para los antiguos moradores de la zona. La plaza se encuentra adornada con árboles de ficus y jacarandá que la rodean.

Un lugar muy interesante para conocer en esta famosa urbe es “El Pillco Mozo”, ubicado en el distrito de Pillcomarka. Son tres tres rocas de gran tamaño que a la distancia forma la silueta de un hombre de gran tamaño recostado a una pared.

Catedral de la Ciudad de Huánuco.- La antigua Catedral fue construida en el año de 1618, reedificándose en muchas oportunidades, siendo la última en la década de los 70. Se encuentra ubicada en la parte norte de la Plaza de Armas y la actual edificación, de estilo moderno y funcional, fue diseñado por el arquitecto alemán Kuno, siendo único a nivel mundial. En la construcción destacan dos torres que simbolizan dos manos en actitud de plegaria. En su interior guarda la bellísima imagen del Señor de Burgos, escultura de una sola pieza de madera, muy venerada por los fieles huanuqueños. Asimismo, en su interior se guardan reliquias del siglo antepasado, como la casulla que perteneció a Santo Toribio de Mogrovejo y el báculo del Monseñor Teodoro del Valle, entre otros. También se puede apreciar la colección pictórica de gran valor perteneciente a la Escuela Cuzqueña, destacando por su singular belleza el cuadro de "La Virgen del Rosario", "Santa Rosa de Lima", denominada también "Los Esposorios de Santa Rosa", "La Virgen de Guadalupe", obsequio de Fray José Mujica. De igual forma, resalta la escultura del Apóstol Juan y la Virgen Dolores.

Iglesia San Cristóbal.- Se trata de la primera Iglesia de la región construida por los españoles, guarda tallados de madera muy antiguas de la “Virgen de la Asunción”, “San Agustín” y la “Virgen Dolorosa”.

Iglesia de San Francisco.- La Iglesia fue construida en el año de 1560 por los frailes franciscanos y el aporte pecuniario de algunos encomenderos. Es la segunda Iglesia que se construyó en la ciudad, anexa a un convento que un comienzo estuvo consagrada a su Patrono “San Bernardino”. No se conoce quién fue el fundador del convento pero según documentos de la época prueban que la iglesia fue reedificada por el Sacerdote Andrés Corzo. Los franciscanos fueron los primeros catequizadores del territorio de Huánuco, encargándose de los primeros repartimientos de indios, fundando pueblos y erigiendo iglesias en ellos. Actualmente su arquitectura es de estilo neoclásico, pero el decorado de los altares dorados es de estilo barroco, con una serie de motivos que constituyen el aporte de los artistas de la región.

Iglesia de San Sebastián.- El templo de San Sebastián fue levantado a principios del siglo XVII por el hermano Diego de las Casas, de acuerdo a versiones no confirmadas. Dicho templo se encuentra en las proximidades de los puentes Tingo y San Sebastián. La iglesia cuenta con un diseño arquitectónico colonial y posee la única escultura en el mundo donde la imagen de “San Sebastián” aparece con manchas de viruela en el cuerpo. A este santo se le atribuye el milagro que hizo al hijo del zapatero Antonio Pantoja, una de las víctimas de una terrible epidemia de viruela que asoló la ciudad.

Puente Calicanto.- Es una magnifica obra del siglo pasado, que se extiende sobre el majestuoso río Huallaga. Este puente sirve de enlace entre las ciudades de Huánuco y Tingo María. El puente fue construido a base de piedra de “canto rodado” unida con mezcla de “cal”, arena y claras de huevos, de donde se deriva su nombre. Tiene una extensión de 60 metros y está formado por dos columnas que terminan en balcones semicirculares.

Kotosh o Templo de las Manos Cruzadas.- Ubicada a sólo 5 Km. al oeste de la ciudad de Huánuco, se encuentra el templo de Kotosh, que data del periodo precerámico o arcaico final (11 000 – 6 600 a.c.). Su descubrimiento ocurrió en los inicios de la década de 1960, en un estudio realizado por arqueólogos japoneses, quienes fueron dirigidos por Seiichi Izumi, quien logró dejar ver que bajo una edificación llamada “Los Nichitos”, se hallo lo que hoy se conoce como “El Templo de las Manos Cruzadas”, llamado así porque en una de sus paredes se encontró dos esculturas que representan un par de manos cruzadas. Kotosh estaba formado por una cadena de tres templos similares, levantados sobre escenarios construidos y apoyadas sobre la ladera del cerro. En un caso, la mano derecha sobre la izquierda y en otro la izquierda sobre la derecha, por lo que se cree que tuvo relación con alguna idea de dualidad presente en la cosmovisión de los antiguos peruanos de esta parte del país.

Complejo arqueológico de Huánuco marka - Pampa o Pampa de Huánuco.- Ubicado a 134 kilómetros de Huánuco, en la provincia de Dos de Mayo, se trata de un centro administrativo del Inca, donde se aprecia la planificación de una ciudad Inca con sus casas, calles y edificios. Al lado este de esta ciudadela se distingue el edificio más refinado conocido como Inca Wasi, que al parecer fue la residencia del Inca; y muy cerca se encuentra el Baño del Inca, con una larga terraza como plataforma con nichos empotrados.

Tingo María

Tingo María o, como le apodaron sus habitantes, “Puerta de entrada a la Amazonía Peruana”, es una ciudad que se ubica en todo el centro de Perú, en la selva alta de la provincia de Leoncio Prado, dentro del departamento de Huánuco.

Es considerado uno de los lugares bonitos en Huánuco y por ser de yunga, es decir, de bosque andino y selva de montaña en los Andes centrales, sus atractivos naturales son más emblemáticos. Ejemplos claros de dichos ecosistemas son: Las Cuevas de las Lechuzas y la Cueva de las Pavas, en ambas puedes disfrutar días diferentes de acampada y baños naturales.

La Bella Durmiente de Tingo María

La Bella Durmiente de Tingo María es un símbolo natural en la montaña con la figura de una mujer viendo el cielo, es de los sitios naturales de Huánuco más importante. Se encuentra ubicada en el departamento de Huánuco, a solo casi tres horas de la principal ciudad de Huánuco, está en plena carretera.

La mujer se caracteriza por estar en posición acostada en el cerro y cubierta de verde vegetación, siendo una formación rocosa que a los turistas les llama mucho la atención, sobretodo para realizar fotos innovadoras. Cabe destacar que la mujer tiene su propia leyenda y los habitantes de la zona pueden contártela si los invitas a hacerlo.

Dicha leyenda, que desató el interés de los turistas en Tingo María, cuenta la historia de dos jóvenes enamorados que lucharon por su amor, pero el padre de la joven los separó físicamente por los celos que tuvo, en cuanto al dominio de las tierras. Al final la joven se acostó para esperar eternamente a su amado y, eso, es lo que los turistas ven en la montaña, la silueta vegetal de una dama acostada.

Cuevas de las Lechuzas

La Cueva de las Lechuzas es un curioso escondite de la naturaleza que se ubica en la ciudad de Tingo María, muy cerca de “La Bella Durmiente”.

El lugar se caracteriza por ser una enorme gruta de calizas en donde residen muchas aves del país, así como reptiles, insectos y numerosos murciélagos.

Se observa una pequeña porción de la gruta, ya que se han explorado 400 metros únicamente. Los expertos en el tema no han investigado y dicen que existe una diferente salida,

Aguas Sulfurosas de Jacintillo

Son piscinas naturales ubicadas en la ciudad de Tingo María, por debajo del cerro Cotomono.

Estas aguas se caracterizan por poseer bastante azufre en su contenido, lo cual te ofrece beneficios para tu salud y tus defensas orgánicas. Su temperatura es de 18ºC aproximadamente.

Restos arqueológicos de Susupillo - Tantamayo.- Ubicado a 158 kilómetros de Huánuco, en la provincia de Huamalies, se encuentra un conjunto arqueológico preinca conocido como "Rascacielo de América", debido a estar ubicado a una altitud de 3 500 m.s.n.m.


Cordillera de Huayhuash

La Cordillera de Huayhuash es de las sierras emblemáticas del Perú y del mundo, ya que cuenta con más de 67mil hectáreas, es decir, 30 kilómetros aproximadamente. Se ubica en la cordillera de los andes al sur de la Cord. Blanca, entre las regiones Áncash, Huánuco y Lima.estando conformado por distintos nevados de tipo alpino o himalayo. Las cimas más importantes y difíciles son Siula (6 536 m.s.n.m.), Sarapo (6 143 m.s.n.m.) y Randoy (5 883 m.s.n.m.).

Restos arqueológicos de Piruro - Tantamayo.- Con edificios de hasta de 5 a 6 pisos.


Casa de la Perricholi

La Casa de la Perricholi es una casa museo de un personaje muy famoso del Perú, llamada Doña Micaela Villegas, cuyo seudónimo es Perricholi. Está ubicada en la provincia de Ambo dentro del departamento de Huánuco, a media hora aproximadamente de la propia ciudad de Huánuco.

Es tan famosa porque Micaela fue de las jóvenes nobles del pueblo en su momento, la cual terminó enamorando al Virrey Amat, quien le dio una vida de grandes lujos.

Complejo Arqueológico de Garu o de Yarowilca.- Ubicado a 73 Km. de la ciudad de Huánuco, se trata de uno de los centros arqueológicos más importantes del Alto Marañón. Posiblemente habría sido sede político administrativa de los Yaros o Yarowilcas y se le considera como uno de los asentamiento más organizados y poblados de la época preinca. Presenta una serie de conjuntos habitacionales, administrativos, religiosos y de centros de defensa.

DANZAS

Se citan algunas:

NEGRITOS DE HUÁNUCO

ACHA RUCU

APU INCA Y CAPITÁN

ATOG ALCALDE

AUGA DANZA

AUKIN DANZA

AYMARA

BURRO DANZA

CABALLO DANZA

CAMPISH

CARAPACHOS TINGO MARÍA

CARNAVAL DE UTAO


L I T E R A T U R A


LEYENDAS

La leyenda del Pillco Mozo

De la obra Mitos y leyendas de Huánuco. Recopilado por Manuel Nieves Fabián

Pillcomarca - HUÁNUCO

A pocos kilómetros de Huánuco, en las alturas de la hacienda Cayhuayna, en las faldas del Marabamba, distrito de Pillcomarca, se observa la superposición de tres piedras, de tal suerte que mirando desde Cayhuayna se puede apreciar la figura del imponente Pillko Mozo. Su porte gallardo, recostado sobre el muro, con el poncho terciado, da la impresión de ser un centinela atento para la ciudad de la «Eterna Primavera».

La leyenda dice que el joven Chupaycho Kúnyaq se enamoró perdidamente de la bella princesa Pillko Wayta, hija del valeroso curaca Achapuri Inquil Tópak. Su amor fue tan profundo que ambos jóvenes terminaron amándose. El padre, al enterarse de la osadía de su hija, se opuso rotundamente, ya que tenía escogido para ella a un valeroso guerrero panatahua.

Los jóvenes enamorados, desoyendo las palabras del curaca, huyeron hacia el lugar denominado Núnash y se instalaron en un pequeño palacete, ahí se atrincheraron.

Kúnyaq, al saber que el padre de su amada se dirigía hacia Núnash con un poderoso ejército, instruyó a Pillko Wayta para que huyera y diera aviso a los Chupachos, mientras él y los suyos le entablarían resistencia. La princesa corrió rauda a cumplir la misión, mientras el joven lo esperó dispuesto, incluso, a sacrificar su vida.

Su sorpresa fue tal al ver al Amaru que guiaba al ejército del curaca. Atemorizado, Kúnyaq, huyó con dirección al lugar de su origen.

El terrible Amaru, al ver que corría el mozo, levantó las alas y sentenció que se convirtiera en piedra.

Fue así que cuando contemplaba a su pueblo desde las alturas del Marabamba, sintió que lentamente su cuerpo se transformaba en piedra, entonces, viéndose perdido y antes que su cabeza se petrificara, con un grito que se escuchaba a muchas leguas, ordenó que Pillko Wayta huyera hacia la selva para librarse de la cólera de su padre. El Amaru, volteó el rostro hacia la selva, se levantó en ligero vuelo y al encontrar a la princesa a orillas de un caudaloso río, sentenció que se convirtiera en una enorme montaña para que la desobediencia de ambos jóvenes quedara a manera de una lección para la posteridad.

Hoy, podemos apreciar a estas dos figuras en eterno reposo: a Pillko Mozo, en Huánuco y a Pillko Wayta (Bella Durmiente), en Tingo María.


CUENTOS


DICIEMBRE, VIERNES 13

Prof. Andrés Cloud Cortez

Homenaje póstumo al narrador huanuqueño,

quien falleció en enero del año 2021.


–¡Digna y distinguida concurrencia! –retumbó estridente la voz estentórea del gordinflón Edmundo Arróspide que hizo una venia, saludó ceremonioso al amodorrado auditorio y anunció–: Como no hay plazo que no se cumpla, deuda que no se pague, ni día que no anochezca –miró a uno y otro lado del salón de clases y continuó–, ha llegado el día, la hora y el momento preciso que todos esperábamos con grandísima expectativa– hizo un breve silencio y anunció a voz en cuello–: ¡El espectacular combate, cuerpo a cuerpo, en un solo asalto y vale todo entre los encarnizados rivales de siempre!

Eso dijo y dueño ya del escenario se arregló el cabello, carraspeó y con sólo la mirada trazó el imaginario ring de boxeo antes de la formal presentación de los contrincantes.

Eran tres minutos pasados las dos de la tarde y Edmundo hablaba utilizando a manera de micrófono la mano izquierda cerrada en puño, casi pegada a la boca.

–¡Caballeros, jóvenes y niños! –silencio en la sala–. ¡En esta esquina..! –y, aspaventero, señaló con la mano libre el extremo derecho de la pizarra del salón de clases–. ¡El elegante, distinguido y perfumado Rigoberto Aniceto Bernasconi Morla, más conocido en el mundo de las féminas como el popular Gallo Hervido!– hizo un brusco movimiento de cuerpo, cambió de mano el supuesto micrófono y señaló el extremo opuesto del escenario–. ¡Y en esta otra…, el siniestro, indomable y sanguinario Tragamono Nazareth Wínker Sajamí Shupingahua, disputándose a puñetazos los castos genitales de la incomparable, virginal y reputada abeja reina, ojos de gacela y cinturita de avispa Ana María de los Olivos!

–¡Silencio gordo conchatumadre! –y un certero motazo lanzado desde el auditorio impactó violento en la cara ovalada y fofa del improvisado locutor deportivo, levantando una espesa nube de polvillo de tiza que le hizo estornudar con una fuerza inusitada.

El salón explotó en una ruidosa carcajada, y mientras el flaco Pajárez ocultaba las manos debajo de la carpeta en un elocuente gesto de inocencia, rojo de rabia y vergüenza, algo atolondrado, Edmundo daba vueltas en el mismo sitio, escupía, se limpiaba los ojos y la boca con un extremo de la falda de la camisa mascullando maldiciones a media voz.

Apoyado en el marco de la puerta abierta a medias, de espaldas al salón de clases del 5 º año A, indiferente a todo cuanto ocurría en él, el loco Medina vigilaba el estrecho pasadizo del segundo piso, atento a la llegada del profesor. Entre satisfecho y dubitativo rumiaba la gran responsabilidad delegada en su persona de haber sido designado para pronunciar el Discurso de Promoción en representación de sus compañeros de estudios, y también, en las consecuencias que podrían derivar del cuartelazo que el Estado Mayor había decretado en contra del Amauta Mauricio L. González Maúrtua, apremiado por las circunstancias, y cuyo acuerdo debía ejecutarse mañana, a primera hora, trayendo por tierra la inmaculada hoja de servicios del profesor en menos tiempo del que canta un gallo. “No quedaba otra alternativa”, se dijo, presionó los dientes y la mandíbula y se entretuvo moviendo las orejas atrás y adelante, en forma alternada, a semejanza de los conejos, con los ojos bien abiertos. “Al final de cuentas qué, qué diablos que reviente el viejo de rabia e impotencia”.

Por encima del parapeto en forma de U que flanquea todo el pasillo del segundo piso, se podía observar la enmohecida techumbre de eternit del centenario plantel, el sombrío campanario de una de las torres de la iglesia contigua, las macizas paredes de ésta revocadas con barro. También las lustrosas hojas de una rama del frondoso árbol de ficus, asomando tímido por un costado del techo desde la plazuela Gregorio Cartagena. Sin embargo, lo que más llamaba su atención ahora y siempre, sobre todo a esta hora, eran dos detalles nimios pero puntuales: allá, a la distancia, en notorio contraste con la sequedad y opacidad de la falda del cerro Jactay, destacaba nítida la blancura del minúsculo obelisco erigido en memoria de Aparicio Pomares, anónimo campesino defensor de la ciudad durante la invasión de las huestes chilenas en la Guerra del Pacífico: “Una reluciente gaviota, de pie, posada en tierras calcinadas y eriazas”, había dicho un día el poeta Papini; y, aquí abajo, en el primer piso, al costado izquierdo del Patio de Honor, el grotesco monumento del joven coronel Leoncio Prado, héroe tutelar del plantel, efigie esculpida con yeso de cualquier manera y luego enlucida con una oscura capa de cemento ahora desconchándose en finas escamas como un añoso tronco de eucalipto abandonado en la intemperie.

Empañado por la ardiente canícula y los efluvios metálicos del aire recalentado que parecía adensarse frente a sus ojos, el paisaje familiar de todos los días a esta hora vespertina parecía extraño, irreal, como si el escenario mediato e inmediato hubiera sido trastocado por el sopor y la somnolencia, embotando los sentidos. “Después de cinco largos y breves años en donde, paso a paso, día tras día, sin que nos diéramos cuenta, la adolescencia se fue haciendo adulta, hoy abandonamos las aulas leonciopradinas para siempre, para siempre, para siempre…”, diría en algún momento de su discurso de promoción y de despedida.

Hoy viernes 13 de diciembre, en la noche, todos teníamos compromisos serios, ineludibles, inaplazables por ningún motivo. Después de trece atardeceres e igual número de amaneceres con el corazón partido y sumido en una terrible agonía, el gato Castillo tenía la oportunidad de encontrarse cara a cara, sin testigos, con la esquiva y desamorada Teté Bayona. De no ocurrir algún imprevisto, la ansiada reconciliación entre ellos tendría lugar en la casa de la china Maritza, amiga, confidente y paño de lágrimas de ambos, a una hora que, ¡maldita sea!, no tenía cuándo llegar. Manuel Buco Morales por nada del mundo podía fallarle a su compinche y socio del alma, el Muñeco Alfonso Valderrama que, ¡milagro!, ¡milagro compadre!, había sido invitado al cumpleaños de las mellizas Yenny y Denny Montero, prometido de una de ellas. La fiesta juvenil estaba programada a partir de las ocho de la noche y el Muñeco contaba con la tácita aceptación de sus “suegros” y el consentimiento de su “cuñado”, el odioso y bochinchero Sacachispas, celoso perro guardián de sus hermanitas. “Aun así, hermanón, no me gustaría ir solo”, le había confiado sus dudas el Muñeco. “Quien garantiza que todo puede ser una patraña y el ‘bailongo’ resulte una versión moderna de La afrenta de Corpes en tiempos del Mío Cid”.

–Si es así, ni modo. Cuenta conmigo.

–¿Firme?

–Firme.

–Chócala entonces.

Y Buco y el Muñeco ratificaron su sociedad con un fuerte apretón de manos.

Desde algunos días atrás, la expectativa de casi la totalidad de los integrantes de la promoción no sólo era personal e individual sino grupal, pero desde ayer en la mañana, con lo ocurrido entre el Gallo Hervido y el Tragamono, la situación se tornaba más expectante aún. Sucedía que en el recientemente remodelado cine Central, esta noche se estrenaba la película El puente sobre el río Kuwait, largometraje cuya pegajosa musiquita difundida a través de reclames y propaganda radial ya todos la silbábamos en la penumbra de la noche, apostado cada cual en la respectiva esquina de su barrio.

–¡Un peliculón!, ¡un peliculón de principio a fin! –comentaba dilatando los ojos y agitando las manos el ciego Marticorena, cinemero número uno del colegio porque tenía el privilegio de vivir a veinte metros del cine, ser íntimo amigo del boletero, sobrino del controlador, ayudante del operador y como tal conocer las instalaciones del cine Central como a la palma de sus manos.

–Lo que es yo, por mi madre que no me la pierdo, cueste lo que cueste –había prometido en días pasados el cabezón Tarcilo Loza. “¡Ni yo!”, “¡ni yo!”, “¡ni yo!”, fue el comentario unánime.

Aparte de la obligada ausencia del Gato Castillo, Buco Morales y el Muñeco Valderrama por asuntos sentimentales, los únicos inasistentes al estreno de la película serían el chino Asdrúbal Apolaya y el zancudo Miqueas Chávarri por razones personales. Al primero le había crecido dos enormes paperas en las parótidas por lo que desde la semana pasada tenía la cara deformada como la de los boxeadores profesionales, razón por la que no recibía en casa ni a sus amigos más íntimos. El Insecto, en cambio, se mantenía terco y consecuente con su compromiso concupiscente quincenal y no había para él nada más importante que su cita sexual con una “descarriada hija de Eva” al decir del poeta Papini.

–¡Cojudeces! A mí esta noche me toca visitar a la Na –anunció frotándose vicioso el fundillo del pantalón–. Un solo polvo con ella vale mucho más que diez ríos Kuwait juntos.

Existía, sin embargo, un serio problema que tenía nombre propio y podía echar por tierra todos los planes habidos y por haber. Era un escollo si se quiere rutinario, escolar, doméstico, pero que podía empañar las caras ilusiones no de una, dos o tres personas, sino de una treintena de entusiastas muchachos, justo en el último tramo del camino. “Las conveniencias personales no tienen por qué sujetarse al azar de las coincidencias” había sentenciado el poeta Papini refiriéndose al hecho de que estaba programado para el sábado 14, a primera hora, en el colmo de la fatalidad, el temido examen final del curso de Historia de la Cultura, la asignatura más “tranca” del quinto año, y que estaba a cargo de uno de los profesores más serios, rigurosos y exigentes del plantel, aureolado desde veinte años atrás, con la fama de infalible, intocable, inflexible en sus decisiones.

Qué estudiante no temblaba o por lo menos se ponía nervioso ante la mirada adusta y la imponente personalidad del legendario historiador y profesor de profesores Tifilico, Pintimbolas, Cuatrojos y más recientemente Amauta Mauricio L. González Maúrtua. No en vano durante su larga trayectoria de más de treinta años en el magisterio, justificada o injustificadamente jamás había llegado tarde o faltado a una sola hora de clases. Daban cuenta de ello inclusive los propios padres de algunos de los integrantes de la promoción que hablaban de él con veneración y respeto.

En el colegio, sin embargo, el comentario sobre su persona era distinto.

–Es obvio que, a sus años, le correspondan las palmas magisteriales con el grado de Amauta –comentaban con cierta displicencia los profesores más antiguos.

–Como nunca ha tenido mujer, qué más le queda.

–Claro, la palma de la mano.

–Eso, María Palma.

Absorto en sus pensamientos y ajeno por completo a la barahúnda provocada por sus condiscípulos en el interior del aula, el loco Medina contemplaba distraído la gran simetría de las antiquísimas columnas y arcadas del primer y segundo pisos del plantel, todas ellas dispuestas en hilera a manera de nichos con la tapa abierta. También el extremo oeste del Patio de Honor, áspero y sin enlucir; la lejana falda del cerro Jactay, descolorida y arrugada, como un cuero reseco; el cielo rutilante de azul egipcio, orlado en el horizonte por un resplandeciente cúmulo de nubes vaporosas que adquirían formas caprichosas en su imaginación: la imagen algo desdibujada de un vanidoso pavo real de cabeza colorada, pecho azulado, abiertas las alas y las plumas esponjadas como un abanico tornasolado; una gigantesca y resplandeciente copa de helado sabor a fresa, leche, chocolate y lúcuma, deshaciéndose luminosa en los bordes; el perfil nítido de dos poderosos glúteos femeninos vistos desde abajo, ligeramente de costado, sentados en el vacío.

–Pero mañana, mal que le pese, tiene que faltar –había anunciado categórica la maciza cara cuadrada de Algemiro Berrospi, apodado Burro desde siempre.

Lo dijo sin mayores preámbulos y con tanta seguridad y convicción que todos nos quedamos sorprendidos, intrigados por saber algún detalle adicional al respecto. Intuíamos que se refería al viejo Tifilico, pero ignorábamos los pormenores y detalles de la estrategia elaborada por el Estado Mayor. Sin embargo, sospechábamos que se trataba de un secreto de Estado que no se podía ni debía confiar a nadie así por así, “aunque el enemigo te arranque la lengua a pedazos o te aplaste los huevos hasta que las pelotas revienten como nueces”, según le escuchamos decir en una oportunidad al carajista instructor de IPM hablando acerca de la seguridad de la patria y las altas estrategias militares.

–Ojalá que todos lo entiendan así –continuó el Burro–. Sobre todo los pichiruches y calichines de las primeras filas. Que si no, a los delatores los pasaremos por las armas –dijo y golpeó con energía su miembro viril flácido sobre el tablero de madera de la carpeta totalmente llena de inscripciones, figuras y tatuajes hechos con lápiz, tinta y cuchilla de afeitar.

–¡De pie! –ordenó de pronto el brigadier Medina y se paró rígido a un costado de la puerta. Golpeó entre sí con energía los tacones de las botas de cuero y muy serio se cuadró militarmente con la cabeza erguida, los brazos estirados a lo largo del cuerpo y la mirada fija en sus compañeros.

Un traqueteo de carpetas y todos ya estábamos de pie, erguidos a un costado de su respectivo asiento.

El profesor Balta ingresó caminando con desgano, sofocándose dentro de su enorme y pesado saco azul a rayas, de cuatro botones, cruzada la solapa en el pecho, visiblemente mejor conservado que el pantalón demasiado holgado, con pliegues en la cintura, vueludo en la basta y doblemente sujeto a su raquítica humanidad con tirantes de elástico suspendidos de los hombros y, en la cintura, una tosca correa de cuero pringosa y descolorida por el medio siglo de uso.

–Y usted, ¿qué hace allí? –le increpó a Edmundo al tiempo que dejaba caer sobre el pupitre su pequeño cartapacio de cuero.

–Borrando la pizarra, profe.

–¿Con la cara?

Un apagado ronroneo recorrió el salón de clases.

–Quédese donde está.

Saludó a los alumnos con una venia y ayudándose con un suave movimiento de manos ordenó.

–¡Asiento!

Se llamaba José Balta de la Flor y era un viejecito huesudo, de ojos saltones, cejijunto, malgeniado. Tenía las orejas como parabólicas y los dientes aserrados, amarillos, desgastados por el uso. Caminaba a grandes trancos, agitando brazos y manos en un vaivén rápido, como si con ellos estuviera espantando un enjambre de moscas. Por su modo de caminar algunos le decían Enredadera. Su enorme bocaza de labios muy finos, ligeramente torcida y que le circundaba casi toda la cara, terminaba en punta, similar a la de los batracios. Sin embargo el apodo de Enredadera quedó olvidado para siempre desde el día que en una lección inolvidable explicó sobre la saponificación de las grasas y la técnica de la elaboración de jabones. Desde ese día su nombre quedó química y definitivamente saponificado en los imperecederos anales de su historia personal con los apodos sinónimos de Sapo, Batracio, Rana Seca.

Su verdadera edad era ciertamente un misterio, al parecer incluso para él mismo. A pesar de su senilidad tenía la voz estentórea y potente que no correspondía con su aspecto frágil, esmirriado, esperpéntico. De él se hacía toda clase de comentarios, muchos de los cuales de seguro eran gratuitos y exagerados. Se decía por ejemplo que en su juventud el oído y la vista los tenía tan desarrollados que a dos pasos de distancia era capaz de distinguir las huellas y percibir el jadeo de las hormigas en su hormiguero; que reconocía y diferenciaba con un margen mínimo de error el timbre de voz de sus cientos de alumnos, aun con los ojos cerrados; que tenía una prodigiosa y privilegiada memoria, capaz de recordar nombres, fechas, fórmulas y toda clase de datos en el preciso momento en que los necesitaba y sin mayor esfuerzo. Se decía también que en contrapartida a estas virtudes, en materia de olores y sabores su olfato y paladar marcaban cero y estaban definitivamente atrofiados, fosilizados. Se comentaba que su atrofia olfativa era tal que el hombre era incapaz de diferenciar por ejemplo el persistente olor del kreso, el arsénico o la naftalina, y que menos aún podía percibir las fragancias características digamos del cedrón, la canela, el incienso o la albahaca. Y ni qué decir de los apetitosos olores de las exquisitas viandas tales como la pachamanca, los tallarines o el picante de cuy. Y eso que era químico-farmacéutico de profesión, graduado y titulado en una importante universidad capitalina y cuya mayor satisfacción era la de ser homónimo de un alto militar peruano que llegara a ser presidente de la república, según él hasta en dos oportunidades.

Eran pues las dos con diez minutos pasado meridiano y el brigadier Medina se acercó a su pupitre y entregó el parte diario de asistencia en una simple hojita cuadriculada de cuaderno.

–¡Gracias! Puede tomar asiento.



POR DONDE TÚ VAS, YO IRÉ

(Cuento presentado al I Concurso Navional de Cuentos, Poesía y Ensayos pedagógicos organizado por el Colegio de Profesores del Perú 2022)


Susana Avelina Arregui Agustin

Centro Poblado Cayumba – Distrito Mariano Dámaso Beraún- Provincia Leoncio Prado- Región Huánuco.


Ella cada día observa la belleza de la Amazonía y cree que es espectacular, hace volar su imaginación al ver hormigas que danzan a modo de bailarinas llevando a cuestas sus coloridas hojas como alimento. También observa absorta las estrellas, sí, ella ve las estrellas y se convence que no solo en la zona andina las puede divisar. Estas vivencias son de Silvia, la protagonista de esta historia.

Silvia ha estado con su madre por Chugay, en la provincia Sánchez Carrión que pertenece a la región La Libertad y allí ha visto abismos a lo largo de la carretera parecida a una serpiente que zigzagueaba hasta llegar a un destino, al destino de ellas en ese momento. “¿Por qué no podría tener un solo colegio donde terminar mis estudios?” era la pregunta constante de Silvia, pues iba de un colegio a otro al lado de su madre, que encontraba trabajos en varias provincias

de la región La Libertad.

Cierta vez, no encontraron la movilidad que las llevaría a una de las tantas comunidades donde trabajó la madre de Silvia y estuvieron caminando durante casi cuatro horas, trecho a trecho, siguiendo el camino, desviando cerros, silbando tonadas que solo ellas conocían. Fue allí donde nació en el corazón de la pequeña niña de 9 años, la pasión por ser como su mamá. No se equivocaron, su madre era maestra de escuelita rural y junto a ella, esquivaron guardianes de

los terrenos que tan solo con un ladrido hacían que los pasos de ellas se convirtieran en vuelos cortos. Pero llegaron a su anhelado destino. Esta vez era Pampa Verde, en Sanagorán, en la misma región La Libertad, y allí se establecieron por un año más. Un año más de Silvia al lado de amiguitos que tenían más edad que ella, pero que seguían las indicaciones e su maestro de

turno, el maestro Víctor. Ella, además de valiente, cantaba mucho y lo hacía muy bien, al menos eso decía su maestro en quien encontró al padre que ya no tenía a su lado.

Llegó el aniversario de su Institución educativa y todos los niños del aula querían participar en el “Gran concurso de Canto”, el maestro Víctor no sabía cómo decir que no a cada niño que con su carita quemada por el frío deseaba cantar y participar en el ansiado Concurso. Hasta que sacó un “as bajo la manga” cuando dijo que esa vez participarían las niñas y en el Día del maestro, los niños. Ellos se sintieron un poco desconcertados, uno de ellos dijo que no sería igual porque ellos no ganarían ningún premio. El maestro Víctor prometió agenciarse de un premio “sorpresa” para todos los varoncitos que cantaran una canción alusiva para esa ocasión especial. Estuvieron de acuerdo, firmaron un pacto de palabra.

Los niños sabían que su maestro cumpliría, pues en ocasiones pasadas habían visto eso y sus pupilas no les engañarían.

Los niños se daban cuenta que el día del concurso se acercaba porque veían a los maestros de aquí para allá con el afán de la decoración, que hablaban con el alcalde, con el comisario, hasta con la señora que tenía un agente Multired en la comunidad. Pensaban que ese concurso traería muchas sorpresas y fue así. Llegó el día ta n esperado, todo estaba preparado; iban pasando los niños, uno a uno, en grupos, en dúos. Hasta que anunciaron a las niñas del 3er grado de primaria, ellas y el maestro estaban con la emoción que les embargaba.

“Respiren profundo” fue su consejo y las “lanzó a la piscina”. Fueron aplaudidas por los concurrentes; mientras los miembros del jurado, en seria cavilación, escribían números en medio de la hoja que se movía por el aire liberteño. Los padres de las niñas afirmaron que ellas estaban ganando una experiencia más para sus vidas.

Y sí, esa gran experiencia seguía añadiendo al corazón de Silvia el deseo de ser maestra de escuela rural. Vivió en carne propia la emoción de pararse frente a un público, que, si bien conocía en un 30%, hacía que su corazón latiera a mil por hora. Se preguntaba si ganarían los nervios o su deseo de cantar, ganó lo segundo. Ella y sus compañeras lucieron sus mejores vestidos que con sus dulces sonrisas dibujaban un escenario de ensueño. Sí, era un sueño hecho realidad, llegaron y vencieron el temor.

Al acercarse el mes de diciembre, Silvia le preguntó a su madre en qué colegio estudiaría el siguiente año. La maestra, la madre, la heroína de nuestra protagonista, no supo qué responder; pero tranquilizó a la pequeña diciéndole que las dos estarían juntas y que eso sería lo más importante. Silvia sonrió en paz y la abrazó con dulzura.

La pequeña fue creciendo, convirtiéndose en una señorita que miraba la realidad de forma diferente que los demás. Ya cursaba el quinto grado de secundaria en una Institución Educativa cerca a Tingo María, llamada Cayumba, y su madre ya peinaba algunos cabellos blancos, fruto de las preocupaciones por sus estudiantes, como por las llamadas de atención, y de los años, que no pasaron

en vano. Como brigadier general pensaba en el bienestar de sus compañeros menores de inicial, primaria y secundaria y no solo pensaba... en una oportunidad promovió el corte de cabello gratuito a todo aquél que lo necesitara.

No siempre tuvo el apoyo de sus demás compañeros, que la acusaban de “sobona” porque apoyaba a sus maestros en alguna tarea como pasar lista o pasar notas a su registro de tres caras y eso, obviamente no era muy popular entre los chicos.

Eran los años 90`s cuando casi nadie quería trabajar en esta zona de la Amazonía. Pero las dos llegaron y vencieron. Sus maestros seguían motivando su corazón hacia la docencia; ya los conocía cuatro fructíferos años, sí, su madre y maestra a la vez, había alcanzado su nombramiento.

Silvia tenía inclinación al canto y a la docencia. Siendo adolescente tenía que decidir qué hacer cuando terminara su quinto grado. Mientras sus compañeras miraban a un chico y entre ellas comentaban, ella pensaba cómo apoyar a su madre económicamente, así como en sus estudios superiores, en dónde estudiaría, y que tal vez, si fuera posible, su profesor Víctor la podría aconsejar...

Llegó la clausura del año escolar, momento anhelado por algunos de los compañeros de Silvia, mientras que a otros les hacía sacar lágrimas de melancolía. Llegó el día en que entregarían sus blusas y camisas blancas a los pintores de brocha delgada (entiéndase lapiceros o plumones indelebles) y así plasmarían sus mejores dibujos y palabras sublimes llenas de buenos deseos para un futuro cercano y lejano. Todos ellos dejaron sus recuerdos impresos, fue

una promoción unida con algunos altibajos, como en todo.

Los años pasaron, Silvia y su heroína, hoy reciben juntas, las más hermosas flores por el “Día del maestro”, dando vida a las palabras: “Por donde yo voy, tú también irás”, que en ese tiempo fueron expresadas a una niña en busca de respuestas y protección, convirtiéndose luego en “Por donde tú vas, yo iré”.

La ahora maestra Silvia sigue caminando sobre las huellas que dejó su heroína, su mamá maestra, que en sus inicios fue maestra de una escuelita rural en un recóndito paisaje andino, y que hoy inicia Silvia, donde las hormigas danzan con sus hojas coloridas a cuestas.



Me robaron el tiempo

(Cuento presentado al I Concurso Navional de Cuentos, Poesía y Ensayos pedagógicos organizado por el Colegio de Profesores del Perú 2022)


Yeni Elizabeth Pérez Salazar

Aucayacu – Crespo Castillo Leoncio Prado - Huánuco


Era sábado y como de costumbre había despertado muy temprano a preparar desayuno para mis dos pequeños. Un sonido apresurado en la puerta hizo que me acercara.

- Buenos días, colega. ¿Va a ir a la faena? - preguntó Izela.

- Hola, no creo porque es para los padres de familia y también integro ese grupo, mis hijos estudian en la primaria. Seguro que me harán trabajar -respondí desanimada.

- Vamos, no te preocupes estarás con nosotros los docentes y el director. No te dirán nada- insistía Izela.

- Y mientras tanto, quién mirará a mis hijos no tengo a nadie con quién dejarlos.

- Por eso ni te preocupes vamos a ir al río a sacar arena. Los padres estarán

sacando la arena en sacos y nosotras apoyaremos en lo que podamos. Al costado hay suficiente espacio para que los niños jueguen. Irán muchos niños del colegio para que le hagan compañía a tus hijos.

- Está bien, allá te alcanzo. Nos vemos – respondí para que no insista más Izela. Me quedé pensando un rato – si hoy no lavo las ropas y avanzo la limpieza, mañana no me alcanzará tiempo. Avisaré a doña Irene para que me reemplace y le daré su propina.

El día avanzó sin novedad. Estaba escondiéndose el sol. Mandé a mi hija a regar las plantitas en la parte delantera de nuestra casa. Repentinamente ingresó asustada y me abrazó.

- mamáááá!- gritó

- ¿qué pasa?

- Hay mucha gente que viene gritando y llorando.

Me acerqué al portal y las calles eran un caos. Gritos y llanto en medio de tanta desesperación. Vi a mi vecina que corría con mirada horrorizada.

-Qué sucede, por qué están llorando.

Se detuvo y con voz entrecortada logró decir – el camión se cayó al abismo.

-El chofer?

Hubo un silencio prolongado. Su mirada se inundó de llanto y con un grito de dolor corrió hasta su casa.

El colegio estaba ubicado en una zona rural. Los docentes vivíamos ahí. Por eso, es que en la mayoría de actividades, por no decir todas, participábamos colaborando con la población. El centro educativo con sus aulas era un tipo de andenes. Las aulas tenían diversos niveles y el camino hacia ellos era dificultoso por eso los padres habían acordado realizar unas escaleras para que todos estudiantes se dirijan a sus salones sin mayor dificultad. Estaba planificado en comprar cemento y la arena lo iban a conseguir del río. Tenían listo los costales, lampas, palas y toda herramienta que podría servir en esta tarea colectiva.

El sábado era el día acordado. Todos desde el amanecer ya estaban dirigiéndose al río. Izela era profesora de primaria y le caracterizaba ser colaboradora, participativa y muy solidaria.

En el río empezaron a reunirse los padres de familia según los grados al que pertenecían sus hijos. Cada grupo tenían que llenar quince sacos de arena fina. Un grupo de mamás llevó el desayuno para todos los trabajadores. Los docentes estaban distribuidos uno en cada grupo. El director y el guardián estaban al centro de todos coordinando y monitoreando al parecer.

Con un trabajo similar al de las hormigas, los padres de familia se pusieron en fila y pasaban al hombro los sacos de arena. De saco en saco hacia el camión, sobre este se encontraban otros quienes se encargaban de acomodarlos. Otra comisión llegó con el almuerzo, un delicioso plato de pachamanca a la tierra.

En el ambiente se respiraba un aire de satisfacción y felicidad, todos unidos con un mismo objetivo: mejorar nuestro colegio.

El almuerzo finalizó con cierta premura. Ya casi todo estaba listo. Solo quedan unos cinco sacos y la tarea será casi consumada.

El camión que en su parte interior tenía un color anaranjado y en la parte exterior azul estaba listo para partir con el material. El chofer tocó el claxon con euforia y todos soltaron plausos de celebración. En la parte trasera se cerró la primera compuerta cuando se escuchó:

- Estamos cansados hay que ir en el camión sobre los sacos de arena igual ya estamos cochinos solo que nos ahorraríamos la fatiga.

- Sí, que suban las madres con los niños – dijo Izela. Algunos padres de familia también ya que todo el día con la lampa los habrá cansado-agregó.

Se acomodaron muchas madres con sus hijos, subieron algunos padres ayudando llevar a los niños. Se iba a cerrar la segunda compuerta e Izela dijo: esperen, iremos nosotras también. Subió y con la mano hizo una señal de llamada a sus colegas - ya está muy lleno, gracias, pero iremos caminando. Poco a poco quienes se quedaron en el río recogían las herramientas, juntaban algunos sacos que se habían roto y se pusieron en marcha de regreso a sus hogares. El director quería cerciorarse de que nada quedara en el río, caminó por los lugares donde habían trabajado. Sonrío orgullosamente mientras veía cómo el camión ascendía en el cerro de en frente. Ya casi lo pierde de vista porque entraba a una curva. El camión lanzaba un sonido como si estuviera destartalado. Con esfuerzos sobrenaturales porque la carretera es empinada hasta la curva y de ahí empieza a descender en dirección al centro poblado. El camión daba el giro cuando las ruedas de pronto empezó a arrastrarse de extremo a externo. El chofer en un acto de desesperación frenó. Giró el timón hacia el cerro, pero el camión no respondía y lentamente se inclinaba más al abismo. Dentro los viajeros gritaban y en un acto de amor instintivo lanzaron a los niños durante los pocos segundos antes de que se caiga al abismo. Ningún niño murió, pero uno de ellos al ser lanzado golpeó su quijada con una piedra y el hueso de la mandíbula se fracturó.

El director escuchó un estruendo, giró la cabeza y vio una polvareda. Supo lo que sucedió y se dirigió río arriba. Desde el frente tres jóvenes quienes habían ido de casería oyeron el ruido y vieron la polvareda, también supieron lo que pasada. Corrieron hacia abajo en dirección al río. Cuando llegaron casi no se podía ver nada, en realidad no veían nada. Pasó unos minutos y el polvo empozó a disiparse y el escenario les dejó sin voz, ni movimientos.

- Mierda, ayuden- gritó el director.

Reaccionaron y empezaron a sacar a los heridos hacia los lados del río, uno tras otro. Cuando sintieron que ya habían rescatado a todos. Una mano surgió entre los sacos de arena cogió el tobillo de uno de los muchachos.

- Ayúdame, Palomino, ayúdame.

El joven digirió su mirada donde venía la voz y vio que entre los sacos de arena se dejaba notar la mitad de un rostro enterrado en arena fina.

Era Izela su profesora de la primaria.

- Ayuden, ayuden – gritó Palomino. El director presurosamente corrió.

Dijo: Palomino, Tú carga de ese lado, yo del otro. Paso a paso, poco a poco avanzaron y lograron llevarla a la parte baja de la carretera. El muchacho se fue a ayudar atender a los heridos.

¿Izela?, ¿Izela? - interrogó el director mientras la sacudía con fuerza.

Ella despertó y con el último esfuerzo pronunció – mis hijos, mis hijos. Izela, la profesora de primaria nunca tenía un No para sus estudiantes ni negaba ningún favor a los padres de familia. Su hijo mayor hacía un año que vivía en Lima en casa de un familiar pues acababa de iniciar sus

estudios universitarios. Su hija menor estaba entre los niños sobrevivientes al desastre. Era madre soltera, quien la conocía no recuerda haberla visto alguna vez con hombre alguno. Ella llegó al pueblo con sus dos hijos.

El director pidió una colaboración a los pobladores para asumir los gastos del sepelio y entierro. Los siguientes días no dejaba de culparse – es mi culpa, por mi culpa murió Izela, no debí sacudirla, no debí sacudirla, si se había caído al abismo tenía golpes internos cómo me atreví a sacudirla.

El día del entierro todos asistieron. El párroco inició con la ceremonia. Al final pidió las palabras de despedida. Nadie dijo nada. Entre el silencio ensordecedor surgió un joven cuyo luto traspasaba la ropa y se había empozado en su mirada dijo:

- Señores padres de familia, ustedes, ustedes me han robado a mi madre.

Me han robado horas y momentos de compartir que nunca los recuperaré. El mes pasado después de años, desde que tengo uso de razón ella siempre todas las mañanas salía temprano para estar con sus hijos, pero a nosotros nos dejaba solos. A veces estábamos cenando y si no era una mamá, era un papá, si no era un papá era un niño o una niña. Y ella siempre nos decía un ratito pero su un ratito se convertía en horas y horas. Y nos dejaba solos. Se los tengo que decir, porque no quiero ahogarme con esto. Ustedes me robaron a mi madre.



EL SUEÑO

(Cuento presentado al I Concurso Navional de Cuentos, Poesía y Ensayos pedagógicos organizado por el Colegio de Profesores del Perú 2022)


Arlindo LUCIANO GUILLERMO

Cayhuayna Alta, Pillcomarca, Huánuco


Era flaco, de nariz aguileña, labios delgados, corte militar, sin una sola cana en el cabello, zapatos brillantes como espejos, pantalones y camisa pulcros con una sola raya, planchados con excesivo esmero, rasurado para parecer un mozalbete de 30 años. Todo entra por los ojos, Laura Isabel. Me abrazaba como si no me fuera a ver otra vez. Adiós, hija. Se retiraba lentamente por la calle repleta de ambulantes. Yo me quedaba presionando los barrotes de fierro de la puerta como una presidiaria que se despide de la visita.

El cielo de súbito mutó de color. La lluvia se avecinaba. Soplé con fuerza, pero no funcionó. Lo cité en el café Canela. Vendrá. Era viernes. Es mi hermano de padre. Se llama Gabriel. Me estima. Estaba en la capital adonde llegó con esposa e hijos. Siempre tuve la ilusión de verlos y conocer a la holandesa y a los sobrinos rubios. No sé cómo recibirá la noticia. Es su primer hijo.

Cogió el celular, mientras bebía una taza de café. Dirigió la mirada hacia la puerta de entrada y abrió los ojos como platos.

Las primeras gotas de la lluvia caen sobre el pavimento. El cielo azul es cubierto por nubes grises. Si hubiera vivido un año más. El destino se lo llevó a los 64 años y 10 meses. Apenas había empezado a descender de esa meseta que hablaba en sus momentos de reflexión; esos 10 años que siguen a los 50.

Recordé el asilo de ancianos del padre Martínez. Allí encontramos a un viejecito con barba de náufrago y sin dientes. Tú no merecerías estar aquí, papá. Sonreía y me abrazaba. ¡Pequitas!

Famoso en mi colegio. De él se hablaba siempre. No había un lugar donde no lo conocieran. Eres hija de José Alberto, el escritor. Eso les pasaba también a mis hermanos en la universidad. No era monedita de oro para agradar a todos.

Le cuestionaban su incursión en la política, a pesar de las advertencias de mi madre, que en eso sí acertó. Viví con él hasta los siete años, pero lo veía todos los días porque me llevaba a la escuela y me recogía. Hasta que empezó el lío judicial. Me hicieron creer que era el villano, el que le hacía la vida imposible a mi madre; ahora sé que no es así. Él se defendía; ella atacaba con furia.

Compraba testigos para enlodarlo con falsos testimonios. Yo sé cómo era él. Leí ese expediente fiscal donde todas esas acusaciones se archivaron. El tío Iván Verde me dijo que el objetivo era encarcelarlo y destruirlo públicamente.

Eso no sucedió. ¿Los años que no lo vimos quién nos devuelve? No está con nosotros. Me decía que yo era Antígona. Las hijas siempre están junto al padre hasta su muerte.

Si supieras quién es, no me dirías lo que estoy oyendo de tus propios labios, Isabel. Fue el gran error de mi vida. ¿Acaso no has tenido carencias desde que nos abandonó? ¿Lo recuerdas? Acaso no hicimos solo una modesta reunión por tus 15 años, cuando debimos haberlo festejado en ese local inmenso, elegante, jardines con flores exóticas y lagunillas artificiales, con piscina y un estrado para 30 músicos, como para la gente de clase; ahí decirle a la sociedad que yo podía darle a mi hija una fiesta como se merecía. ¿Eso se podría hacer con él? Hubiera sido una gran fiesta, padrinos para la ocasión, conjunto musical de moda, invitados selectos y diversión hasta el día siguiente. ¿Pudo haberte dado todo eso? ¿Y así lo defiendes? ¿Así te pones de su lado? Ya no tengo ocho años, pensé. Sé que te citas con él en esos cafés para poetas, periodistas e intelectuales que a mí me dan asco. Yo solo la escuchaba. Como él decía, el silencio es el grito más fuerte. Eso me funcionó. Ella le echaba la culpa de todo a mi padre.

Estaba gorda, las arrugas aumentaban, las uñas de sus pies con hongos tenaces la avergonzaban, no usaba sandalias, tartamudeaba al injuriarlo. Él no la escuchaba. Yo no le creía nada. No soy esa niña a quien le decían lo que tenía que repetir como cotorra y mentirle a la jueza, al fiscal, el sicólogo o a las tías maldicientes. Nadie la obligó a casarse ni tener hijos. (No, hijo, no. Piénsalo antes. Ese niño debe llevar tu apellido, puedes darle lo que le corresponde, pero no lo hagas). Ella lo buscó cuando no tenía el afecto de su padre ausente. Él tenía 35 años; ella, 22. No tenía bienes, pero su nombre y prestigio van a perdurar más que un departamento lujoso o una cuenta bancaria. El más valioso patrimonio era su gigantesca biblioteca.

¡Es una mierda! Sé que no era santo para prenderle velas y esperar milagros. Supe de sus andanzas con féminas, sus pecados de juventud, esos comentarios de intelectual afeminado que no desmentía. Mujeriego, bandido, escoria, pero también elegante y locuaz. ¿Por qué lo insultaba? Yo también empecé a tratarlo igual. En la casa de los abuelos nadie hablaba algo bueno de mi padre. Era un pecado pronunciar su nombre, pero siempre estaba presente porque aparecía en los diarios o en la televisión. A veces pienso en el veneno que me metieron a la cabeza, ya que terminé por creer que era el peor padre del mundo. Él nunca habla algo malo de mi madre. Solo escuchaba sus insultos. Hasta que la puso en su sitio con la ley. Ahora sí lo odiaba a muerte.

Recuerdo el día en que me fue a visitar. Le dio un puntapié. Quedó tendido en la acera. Se levantó, me miro, guiñó y se fue.

Yo me enteré por la radio. El periodista, amigo suyo, con voz quebrada anunciaba que el profesor José Alberto Zapata Gómez había fallecido y encontrado tres días después del deceso. Sé que a muchos de ustedes les ha conmovido; sé que lo apreciaban. No voy a escuchar elogios póstumos ni oler el perfume de rosas ni oír banda de músicos. Uno se muere y se jode para

siempre.

La tarde del 2 de mayo, luego de la tercera taza de café, se sintió agitado, un poco temeroso por la amenaza del asma emocional. Sabía que no debía dejar lejos de su alcance el inhalador. Subía y bajaba del segundo piso adonde se había instalado con sus libros. Al descender las escaleras, su pie izquierdo se atascó en el dobladillo del pantalón; rodó 21 pasos como un bólido. Lo encontraron en posición fetal. Abrazaba férreamente esos cinco libros que releía infatigablemente. Un bombero tuvo que ingresar por la azotea. No había sangre ni hematomas. El canario trinaba incansable en el pasadizo.

La mañana del 9 de mayo llovía intensamente. Al abrir la puerta, un muchacho me entregó una caja envuelta con papel de regalo: era un diario. Se dio el tiempo para fabricar un libro artesanal. En la segunda página, con caligrafía perfecta, la frase que me repitió mil veces: “No te pido que me ames, respeta a tu padre”.

¿Por qué no me enseñas a manejar el volvo, papá? Me miró serio, se acomodó los pantalones sucios por el largo de viaje de Lima a Huánuco y me respondió: “Estudia para que no seas chofer como yo”. Él nació en una familia equivocada donde no hubo holgura económica ni oportunidades. Hubiera sido un premio Nobel o estaría estudiando con esa beca en Méjico, me dijo su exnovia Claudia. Pero prefirió quedarse aquí.

Estudié Letras y Humanidades desoyendo a mi madre. Sé abogada o economista. Hoy enseño literatura como él. Faltaba poco para la jubilación automáticamente. Tomó esa decisión; la respeto, no la comparto. Si lo hubiera disuadido estaría escuchándolo apasionadamente hablar de esos poetas franceses del siglo XIX, esos “poetas malditos”, que admiraba, incluso imitaba, de Neruda o de Vallejo o del poeta mayor de la ciudad, que era su amigo, como le decía, y de quien leía “La madre” y “El hijo”. Le tenía miedo a soledad y a la vejez. Jamás superó el abandono de mi abuelo ni el desprecio de mi madre.

Con estos 22 años veo con claridad la situación. Sus libros no los voy donar a su colegio secundario. Los trasladaré a mi casa, lejos de mi madre, aunque sentirá el olor de los libros. Lo extraño mucho. Ya no lo escucharé interpretar esa canción que se había convertido en un himno: Te seguiré de Alberto Plaza. Lo canto desde que me di cuenta que no soy perfecto ni dueño de la verdad. La amaba; me lo dijo secretamente.

Cuando despertó yacía en el piso de cerámica, abrazaba un paquete de libros, temblaba como si tuviera terciana. Sintió en la boca abundante saliva. Fue al baño y esputó un coágulo de sangre en el lavabo. Muchos años después, en el sanatorio de ancianos, la médica Tasayco le auscultaba los pulmones. Influenza, dijo. La gente en las calles aún usaba mascarilla y hacía cola para comprar oxígeno.



ENSAYOS PEDAGÓGICOS


EDUCACIÓN EN TIEMPO DE PANDEMIA

Mtro. Fano Malpartida Portugal Roberto Profesor de Educación Primaria I.E. Marcos Durán Martel-Huánuco

Triste realidad la que vivimos hoy, manifiestan muchos. Como maestro de escuela, al igual que otros maestros del Perú, quienes luchamos día a día con las carencias y deficiencias de nuestro sistema educativo, desmentimos tal enunciado; nuestra triste realidad educativa siempre existió y existirá mientras como peruanos no decidamos cambiar tal situación con acciones concretas y sostenibles en el tiempo. Es necesario, por lo tanto, realizar un pequeño análisis de la situación actual de la educación peruana, para poder explicar cómo repercute en la pedagogía actual. Es sabido que el problema actual de la pandemia afecta a toda la población mundial, pero cada país supo de manera diferenciada, responder a la crisis sanitaria. Nuestro país no es ajeno a ello, su respuesta en el ámbito educativo podría ser catalogada por algunos como acertada, por otros tardía, inadecuada o pertinente. Pero la realidad siempre será la misma, las carencias y deficiencias históricas que tuvo y tiene el sistema educativo peruano, no permite que cualquier tipo de estrategia educativa pueda ser implementada en su totalidad tal como fue planificada. Entonces, podríamos decir qué, ¿la metodología planteada actualmente en el Currículo Nacional de Educación Básica es pertinente en la nueva forma de educar en estos tiempos de pandemia?, donde todos los alumnos aprenden desde sus casas; yo diría que, en parte, tanto en el aspecto de los maestros como en los alumnos. En América Latina, nuestra patria fue el primer país en decretar el aislamiento social obligatorio, tan solo 10 días después de detectar su primer caso de COVID-19. Esta decisión ha impactado en la educación de 9.9 millones de estudiantes peruanos. Las medidas del gobierno peruano fueron reconocidas como unas de las mejores respuestas de la región en su momento; pero en el campo educativo, ¿la respuesta del sistema educativo ha sido igual de notable?, aún sigue siendo tema de discusión. Esta situación presionó al sistema educativo peruano a adaptarse y conectarse con los estudiantes a través de diversos medios de comunicación a distancia con el objeto de continuar brindando el servicio educativo y generar aprendizajes en sus estudiantes. Tal situación suigéneris, ha provocado una especie de incertidumbre, desconcierto y confusión, así como ciertos desafíos personales y profesionales a los docentes, directivos y funcionarios públicos involucrados directamente o indirectamente con el sector educativo peruano. Por es0, el gobierno peruano implementó como solución innovadora, “Aprendo en casa” que es una estrategia educativa a distancia, de libre acceso y sin costo que propone experiencias de aprendizaje alineadas a nuestro currículo nacional para que los niños y niñas puedan seguir aprendiendo desde sus hogares, usando diversos canales de comunicación (MINEDU, 2020). Dicha estrategia utiliza una metodología basada en la interacción del niño (a) con el aprendizaje, utilizando canales de comunicación a distancia, que valgan verdades, no todo el alumnado tiene acceso a ella. Ese canal de comunicación virtual, televisivo, radial u otro medio práctico, de cierto modo permite que los estudiantes de las tres modalidades de estudio de Educación Básica Regular, reciban la información sobre el contenido y por lo tanto del aprendizaje que se pretende desarrollar en cada uno de ellos, siendo monitoreados, guiados y acompañados por sus profesores o tutores de grado, según sea la situación. Pero qué tan factible resulta ser esta clase de metodología, basado en una relación fría y tétrica que experimentan tanto estudiantes como profesores, donde los maestros abren aulas virtuales desde un ordenador, observando al estudiante mediante un monitor cuya imagen, calidez y la frescura de su voz se pierden debido a los pixeles diferidos que se obtiene por la velocidad de la red de internet que contrataron. Qué tan factible y fructífera puede resultar trabajar por el aplicativo WhatsApp con un grupo de más de treinta alumnos cuyos celulares diferenciados por la marca, la condición de contrato pre pago o post pago, delimitan la calidad y rapidez de la información recibida y emitida. Niños y niñas con padres analfabetos que ni idea tienen sobre el uso de algún medio de comunicación. Comunidades donde los niños y niñas se reúnen por grupos en la casa comunal del lugar para escuchar las clases por radio, megáfonos u otro medio alternativo del lugar. En esas condiciones cómo catalogar si la metodología utilizada es la más adecuada, sin duda alguna las teorías clásicas del constructivismo y otros enfoques educativos se vieron mellados, disminuidos quedando casi obsoletos. María Isabel Arreola Caro (Caro, 2017) manifiesta que la incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), sin un soporte pedagógico, es sólo una actividad y una manera de estar a la “moda” en un contexto social, permeado por el avance tecnológico. En el caso de esta emergencia sanitaria no recaería el concepto de moda, sino de necesidad. Pero esta necesidad debería tener un soporte técnico–pedagógico que permita un adecuado desarrollo del proceso de enseñanza–aprendizaje con los estudiantes mediante las TIC, cosa que no ha sucedido actualmente. Pero al presentarse esta pandemia, el Perú y en general los países más desarrollados tecnológicamente, no estuvieron preparados ni técnica ni pedagógicamente para afrontar tal situación. La concepción de la corriente de educación digital fue hasta el momento, insipiente, poco tomada en cuenta por descuido o simplemente por desinterés de la clase gobernante del país. Ahora más que nunca el uso de la tecnología en las labores educativas vuelve inminente la necesidad de que tanto docentes como estudiantes, desarrollen competencias digitales que permitan el mejor aprovechamiento de la misma. Además de generar nuevas e innovadores metodologías pedagógicas de enseñanza–aprendizaje. Es necesario despertar la creatividad de los maestros para generar teorías en base a su experiencia diaria de enseñanza-aprendizaje en medio de esta pandemia, adecuando estos métodos a la coyuntura actual y al ritmo y formas de aprendizajes de la nueva generación de nativos digitales. Todas aquellas formas antiguas, aunque no tan antiguas de hacer pedagogía han cambiado drásticamente, aunque no en su esencia, pero si en su forma. Por lo tanto, es necesario crear nuevas metodologías tomando como base y fundamento teórico los conocimientos pedagógicos conocidos ya estudiados, y aquellas estrategias y marco teórico del actual currículo nacional con la finalidad de mejorarlos y contextualizarlos a la realidad actual; porque no todo quedó invalido, solo en parte, he ahí la necesidad de enriquecerlo y generar nuevas formas de enseñanza–aprendizaje según la actual exigencia tecnológica y necesidad de protección sanitaria. En conclusión, la metodología del Currículo Nacional de Educación Básica tiene que ser modificada y mejorada en parte, debido a las nuevas exigencias sociales y sanitarias, con la finalidad de desarrollar innovadoras formas de enseñanza–aprendizaje utilizando e implementando medios virtuales e infraestructura que permita la cobertura digital hasta lo más recóndito del país, donde todos los actores educativos sin exclusión alguna, se involucren y cumplan un rol definido por ley, norma legislada con visión futurista y enfoque sostenible para los tiempos modernos. La pregunta es: ¿la clase gobernante, tendrá la predisposición de encaminar dicha empresa en favor de la educación peruana?


Referencias

Caro, M. I. (2017). LA TECNOLOGÍA EDUCATIVA Y LA PEDAGOGÍA, DOS ELEMENTOS BÁSICOS EN LOS

PROCESOS DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE INNOVADORES. En H. S. Godínez, Educar en la era digital. Docencia, tecnología y aprendizaje. (pág. 137). Jalisco - México: Editorial Pandora, S.A. de C.V.

MINEDU. (Marzo de 2020). www.minedu.gob.pe. Obtenido de https://resources. aprendoencasa.pe/perueduca/ orientaciones/ familia/familia-orientaciones-que-es- aprendo-en-casa.pdf.


LAS MACRORREGLAS PARA EL DESARROLLO DE LA COMPETENCIA

LEE VARIADOS TIPOS DE TEXTOS ESCRITOS EN SU LENGUA MATERNA DEL NIVEL SECUNDARIO DE LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA “Juana Moreno” HUÁNUCO.


Dra. Nancy Isabel Villaflor Lázaro.

1. Antecedentes del problema

En la Región Huánuco el nivel escolar no avanza. Por el contrario, parece que ha retrocedido. Así lo confirman las últimas evaluaciones que nos coloca en los últimos lugares en matemática, ciencias y comprensión lectora. En comprensión lectora de la prueba ECE 2016 (2° de primaria), ocupamos el antepenúltimo lugar con 31.9 puntos, solo superando a Loreto y Ucayali. Mientras que en secundaria (5.6) solo superamos a Apurímac (5.4), Huancavelica (4.0), Loreto (4.3).

En las Instituciones Educativas de la Región Huánuco, especialmente en la Institución Educativa “Juana Moreno” de Potracancha, los estudiantes presentan un mediano nivel de comprensión lectora, notándose permanentemente dificultades para la lectura: muchos de los alumnos parafrasean las palabras, entonces la comprensión lectora es deficiente, muchos alumnos no saben analizar el texto leído, es decir no comprenden. Las dificultades de comprensión están presente en todos los niveles (Literal, inferencial y crítico), pero tiene mayor arraigo en las dos últimas. Asimismo es notorio que los estudiantes carecen de hábitos de estudio. Por ejemplo, no cuentan con horarios establecidos, y si los tienen no las cumplen; no cuentan con una metodología establecida; no hay una organización y planificación del tiempo que disponen; les cuesta mantener un ritmo de trabajo constante; y carecen para estudiar de un espacio ordenado, silencioso y cómodo.

Por ejemplo, los estudiantes mantienen una actitud inapropiada en la hora de clase, lo cual no permite estudiar por sus propios medios en clase; se ponen a estudiar recién cuando se realiza las evaluaciones o actividades académicas de trabajo grupal o individual del momento; no cuentan con horarios para estudiar, tienen una rutina desorganizada donde reina el desorden y el poco interés para desarrollar sus actividades educativas; asimismo, no saben utilizar correctamente las técnicas de estudio. Por otra parte, durante la lectura, los estudiantes presentan deficiencias en la decodificación, escasos conocimientos previos, problemas de memoria, desconocimiento y falta de dominio de las estrategias de comprensión, escaso control de la comprensión, escaso interés por la lectura, pobreza de vocabulario.

Por esa razón, esta investigación, será importante porque permitirá, determinar el nivel de incidencia de las MACRORREGLAS, son la reconstrucción formal de la “deducción” de un tema, con lo cual el tema de un texto es exactamente lo mismo que a lo que se ha llamado macroestructura o una parte de ella, y la competencia de lee variados tipos de textos escritos en los estudiantes del VI ciclo de la Institución Educativa “Juana Moreno”, 2019, y luego de la aplicación se videncia en los resultados de la prueba ECE – 2019, donde a nivel de la región de Huánuco se alcanzado los mejores niveles.


2. Objetivos

• Incentivar la lectura y desarrollar habilidades psicosociales en las y los alumnos.

• Potenciar el uso de la palabra como elemento mágico en la comunicación.

• Estimular el gusto por la lectura y la comprensión con el uso de la marcorreglas, asimismo con la técnica INCOSUCIBUPARE a través de los insumos.

• Fomentar la lectura entre los estudiantes con el apoyo y trabajo en equipo luego plasmando lo comprendido en sus producciones.


3. Resumen

Las estrategias Macrorreglas y la técnica INCOSUCIBUPARE, sobre macrorreglas que son:

La primera macrorregla: SUPRIMIR, significa que toda información de poca importancia y no esencial puede ser omitida, las proposiciones suprimidas denotan lo que generalmente se le llama detalles.

La segunda macrorregla: SELECCIONAR, también se omite cierta cantidad de información, pero aquí la relación entre las series de proposiciones, se da más claramente.

La tercera macrorregla: GENERALIZAR, también omite informaciones esenciales, pero lo lleva a cabo sustituyendo una proposición por otra nueva, ya que todas las proposiciones que se plantean en un primer momento, implica conceptualmente una nueva.

La cuarta macrorregla: CONSTIUIR, la información se ve sustituida por una nueva, y no es omitida, ni seleccionada. Estrategias macrorreglas (T. A. van Dijk), con el objetivo de describir las «reglas» que se aplican al conjunto de proposiciones que forman un texto para obtener su macroestructura, distingue las cuatro macrorreglas siguientes:

Supresión u omisión: dada una secuencia de proposiciones, se suprime la información que no es necesaria para interpretar lo que sigue en el texto. En el ejemplo [Pasó una chica. Llevaba un vestido verde. De repente, tropezó.], se puede suprimir la proposición [Llevaba un vestido verde], porque el resto del discurso no presupone esa información, ya que no desempeña un papel en la interpretación de las oraciones; por lo tanto, no figurará en la formulación del resumen o macroestructura del texto.

Selección: se selecciona la información relevante dentro del sentido global del discurso; constituye el reverso de la operación anterior. En el ejemplo presentado, se seleccionarían las proposiciones [Pasó una chica] y [De repente, tropezó] porque son necesarias para construir el sentido global o tema del discurso: el texto del ejemplo trata de una chica que tropieza.

Generalización: se abstraen las características particulares de una serie de objetos, lugares o personas, extrayendo lo que es común (de este modo, se suelen sustituir los hipónimos por un hiperónimo). Del ejemplo [En el suelo había una muñeca, y un tren de madera. Dispersos se encontraban también algunos puzles], se puede derivar una macroproposición como [En el suelo había juguetes], que constituye el tema del discurso o macroestructura a partir de la generalización.

Integración o construcción: se funden en uno dos conceptos constitutivos; el concepto que resume la secuencia no necesariamente tiene que estar presente en el texto, porque forma parte de nuestro conocimiento del mundo. En el ejemplo [Fui a la estación. Compré un billete. Me acerqué al andén. Subí al tren. El tren partió.], al aplicar la regla de construcción se obtiene la siguiente macroproposición: [Viajé en tren].

Todas las reglas son eficaces si se aplican bajo condiciones especiales, tranquilidad, fondo musical suave, el texto que les gustaría leer en la mano, no lo que se le impone, tengan todos sus materiales y las ganas de leer.

Todo esta estrategia acompañada de la técnica INCOSUCIBUPARE, que significa IN, inferir a partir del título la temática, CO, contabilizar la cantidad de párrafo si es un texto narrativo continuo, SU, subrayar la idea principal de cada párrafo, CI, circular con un lapicero de color la terminología nueva, BU, buscamos en el diccionario las terminología nueva y lo anotamos en el POSIT-IT, PA, parafrasear las ideas principales en los POSIT.IT, RE, releer por última vez solo la información sintetizada. Se generó todo como una apuesta innovadora y desafiante para la IE,

sus estudiantes y la comunidad local. Por esta razón se incluyó en la propuesta a todos los estudiantes del 1ª y 2ª grado de secundaria, permitiendo una cohesión del grupo para el logro de los objetivos comunes propuestos, principalmente en las presentaciones artísticas, todo ello en el marco del CNEB de EBR.

La planificación del proyecto se extendió desde setiembre a diciembre. A cada taller se le destinaron cuatro (2) horas semanales de libre disposición. Cada actividad propuesta se basó en la experiencia de T. A. van Dijk, docente e investigador y lingüista.

La propuesta constituyó un espacio y un tiempo para desarrollar la creatividad expresiva, explorar las infinitas manifestaciones de la creatividad y la comprensión que combina todos los medios y técnica de comprensión lectora con el ambicioso propósito de fomentar la lectura y contribuir al desarrollo integral y su comprensión.


4. Metodología

PEDAGOGÍA DEL JUEGO, FROÉBEL.

Afirma que “La eficacia de las estrategias de enseñanza aprendizaje basados en el uso de un material concreto manipulable como los textos genera expectativas increíbles en los estudiantes. Por otra parte, los contenidos de los juegos, se adoptan según el desarrollo psicológico de los niños y las niñas. Desde el punto de vista de la psicología, los juegos son la versión adulta de fantasía infantil, como «policías y ladrones», «mamá y papá» o «apaches y vaqueros», «profesor y alumnos», «doctor y paciente», «taxista y pasajero» Villarreal (2013, p. 45)


EL ENFOQUE COMUNICATIVO TEXTUAL

Expresa Halliday (2009; p. 17) “Transmite un manejo eficiente y pertinente de la lengua para expresarse, comprender, procesar y producir mensajes. Desde el punto de vista social, lograr una relación asertiva y empática, solucionar conflictos, propuestas y llegar a consensos, condiciones indispensables para una convivencia armónica y democrática. Desde el punto de vista emocional, permite establecer y fortalecer vínculos afectivos. Desde el punto de vista cognitivo, la competencia comunicativa es fundamental para el desarrollo de aprendizajes en las demás áreas, dado que la lengua es un instrumento de desarrollo personal y medio principal para desarrollar la función simbólica. Desde el punto de vista cultural, el uso de la lengua materna posibilita el desarrollo de la autoestima, la identidad y la comunicación con el mundo interior y el exterior”


5. Conclusiones

1. Se he logrado mejorar en l aprueba ECE- 2019, en el nivel satisfactorio los estudiantes del ciclo VI

2. Se logrado que los estudiantes lean e interioricen la información y comprendan lo que leen.

3. Se incorporado en el PCI de la IE para que incorpore como proyecto el año 2020

345 visualizaciones0 comentarios

Formulario de suscripción

Contactenos por asuntos de nuestra Revista Digital al: 
Cel   942187234

©2020 por Revista Colegio de Profesores. Creada con Wix.com

bottom of page